El doctor David Arellano pensó que no podía ser cierto que lo sacudiera un fuerte terremoto en el aniversario del sismo que devastó Ciudad de México en 1985. Lo que no pensó fue en salir corriendo, pues estaba realizando una cirugía a corazón abierto en un recién nacido.
Arellano vio la nube de polvo que dejó un edificio derrumbado por el terremoto del 19 de septiembre e hizo lo que había hecho el 7 de septiembre, cuando otro sismo lo sorprendió en una cirugía a una niña de nueve años: controlar el miedo y enfocarse en la operación.
Los doctores que lo acompañaban miraron hacia varios lados y rápidamente sostuvieron su equipo. El doctor Arellano y su equipo estaban concentrados en mantener operando una máquina que bombea sangre a todo el cuerpo del paciente en sustitución del corazón y que es vital en ese tipo de cirugías.
“Si uno cae en el ambiente del pánico probablemente haga tonterías...”, dice el doctor en su oficina del Centro Médico La Raza. Relata que su trabajo y la concentración que requiere le ayudó a ignorar el terremoto. El recién nacido salió bien de la operación, aunque su recuperación será lenta porque padece defectos congénitos complejos en el corazón.