En los distritos de Besigó y Muná, en la comarca Ngäbe-Buglé, al oeste de Panamá, un pequeño grupo de productores se ha capacitado para proteger a su ganado de los depredadores, a la vez que ayuda a conservar la fauna silvestre.
Muchos de ellos han trabajado en fincas de Volcán y Cerro Punta, en la provincia de Chiriquí, y luego han establecido en la comarca sus propias fincas de ganado a mil o mil 300 metros de altura, principalmente para su sustento y para vender localmente en la comunidad. Pese a no tener un cuidado veterinario estricto con vacunas, la calidad del ganado en la comarca es buena.
Pero, considerando que en esa región están los últimos reductos de bosque a lo largo de la cordillera central, donde se ha comprobado la presencia del jaguar —una especie americana amenazada por la pérdida de su hábitat, la cacería y el conflicto con los ganaderos—, la organización global para la conservación de los felinos silvestres, Panthera, ha apoyado dos proyectos piloto en fincas para evitar la depredación en esa zona.
CORREDORES VITALES
A lo largo del continente americano, desde el sur de México hasta Suramérica, hay zonas boscosas que atraviesan las fronteras y que son importantes para el jaguar y sus presas. Hay una iniciativa internacional que propone un gran corredor para conservar la especie.
En Panamá, científicos y organizaciones han venido trabajando durante años para ampliar el conocimiento sobre estos felinos y evitar que se sigan matando. Incluso, en 2011 se presentó un plan para su conservación.
Entre 2009 y 2015, la bióloga panameña Melva Olmos, actualmente coordinadora del programa de jaguares de Panthera en Panamá, participó en un trabajo de campo para verificar los hábitats de los jaguares en el país.
“Empezamos en 2009 en el área colindante con el Parque Nacional Chagres y Soberanía, seguimos la costa abajo de la provincia de Colón, llegamos a la provincia de Veraguas y continuamos al que hemos llamado ‘corredor Ngäbe-Buglé-La Amistad”.
El trabajo, que terminó en 2015, incluyó unas 40 giras de campo, con una duración de entre dos y tres semanas cada una.
Junto al equipo de asistentes, Olmos recorrióáreas sin agua ni electricidad, navegó en botes a lo largo de la costa, con y sin lluvia, y observó las condiciones del bosque.
También realizaron mil 366 entrevistas a los pobladores locales para conocer si había jaguares en cada lugar, así como sus presas (venado, saíno, etc.), se compiló todo y se envió a los especialistas en sistemas de información geográfica de Panthera en Nueva York.
“Verificamos en campo un total de 6 mil 275 kilómetros cuadrados. Visitamos comunidades y tomamos información del área. Esos resultados van a ser publicados en la revista Journal of Applied Ecology en los próximos meses”, dice Olmos.
Como resultado de este estudio, se proponen tres grandes corredores como áreas de movilización de jaguares en áreas no protegidas de Panamá: el corredor Colón, entre Chagres y Soberanía; el corredor Lago Gatún-Santa Fe, que va desde oeste del lago y llega al límite con el Parque Nacional El Copé; y el corredor Ngäbe-Buglé-La Amistad, que ocupa en un 99% la comarca (ver mapa).
Las áreas que aparecen verdes en el mapa son de máximo uso por los jaguares y las rojas y naranja están devastadas.
“Usan mucho Donoso, los bosques maduros colindando con comunidades entre Colón y Panamá; el área de concesión minera es un bosque prioritario, vimos que los jaguares lo usan para movilizarse, y pasan por el norte del Parque Nacional Santa Fe”, explica Olmos.
Las zonas propuestas por Panthera como corredores se traslapan con el corredor mesoamericano del Atlántico panameño, una iniciativa apoyada por la antigua Autoridad Nacional del Ambiente, hoy Ministerio de Ambiente.
Los corredores, indica Olmos, deben complementar las áreas protegidas para que se mantenga el flujo genético de la especie a través del istmo centroamericano.
Es importante, además, implementar proyectos con las comunidades locales para evitar los peligros de la cacería, deforestación, etc.
MÉTODOS SIMPLES
Tras comprobar que los jaguares están pasando por la comarca, y siendo esta una región donde hay extrema pobreza, Panthera comenzó dos proyectos piloto con ganaderos locales.
“Decidimos capacitar a los ganaderos con talleres. Trajimos al Dr. Rafael Hoogestein, especialista en conflicto de felinos y ganado. Elegimos tres fincas y nos llevamos a Rafael a visitar unas fincas en la cordillera central. Ellos lo llevaron adonde habían matado un animal, que creían que era un puma, en 2015”.
Olmos añade que la destrucción de los bosques está afectando los ríos, y el agua está empezando a escasear en las comunidades. “Proteger al jaguar ayuda a proteger grandes hábitats”, resalta.
En una de las fincas, que colinda con la cordillera central y donde hay un bosque nuboso, se colocó un sencillo cercado eléctrico (que funciona con paneles solares porque la zona carece de electricidad) para controlar la depredación por pumas.
Previamente, cámaras trampa habían mostrado que el felino más común en las fotos era el puma. “Queremos poner las cámaras nuevamente para ver si hay jaguares también”, dice Olmos.
El año pasado se instalaron los paneles solares. Los ganaderos se capacitaron para usar los equipos.
En otra finca donde también había problemas con pumas, construyeron un corral nocturno con panel solar.
Las luces tienen sensores de movimiento y están colocadas estratégicamente en el corral. Si se acerca un felino, las luces de alta potencia se encienden para tratar de ahuyentarlos.
Olmos menciona que hay desde terneros hasta vacas adultas, pero no todos se pueden poner dentro del cercado eléctrico. A algunos les han colocado una campana de metal en el cuello que se escucha a gran distancia. Es un método sencillo que desalienta a los felinos, a los que no les gusta el ruido.
Olmos reconoce que no ha sido fácil entrar con estos proyectos en la comarca, sin embargo, hay más productores interesados en unirse.
Un detalle importante es el compromiso de los propios finqueros, quienes han apoyado con la mano de obra, la madera y el mantenimiento del equipo.
Además, colaboran con los científicos recogiendo muestras de heces de felinos, haciendo moldes de huellas, etc., que ayudan a enriquecer la base de datos sobre la presencia de esta especie en el área.
Por ahora, Panthera solo está desarrollando estos dos proyectos piloto en Panamá, pero la organización ya tiene una cadena de fincas contra la depredación en Costa Rica, con 15 fincas lecheras que usan cerca eléctrica; en Colombia, usando ganado criollo que tiene un comportamiento defensivo del grupo especialmente para proteger crías y hembras; en Brasil, con 14 fincas exitosas donde se han usado búfalos de agua para evitar la depredación por felinos; y en Belice, con perros guardianes.
Es decir, explica Olmos, hay una serie de métodos que se pueden aplicar, dependiendo de las condiciones de la finca, los animales, etc.
También hay unos dispositivos de alta frecuencia que molestan el oído sensible de los felinos.
A largo plazo se espera poder ampliar estos esfuerzos lo más que se pueda hacia los otros corredores, y para lograrlo, ya están escribiendo propuestas y buscando más fondos.
Al ayudar a estos finqueros de pequeña escala a prevenir los ataques de felinos a su ganado mediante la capacitación y con técnicas sencillas, se mejora su calidad de vida, la seguridad alimentaria y al ambiente.
Olmos menciona que no basta con decirles que no maten a un saíno o a un jaguar. Se les debe explicar por qué y darles alternativas. De nada les sirve a ellos que vayan biólogos a sus tierras, tomen fotos y se vayan.
“Hemos tratado de romper ese esquema. En Panamá empezamos con dos proyectos pero tenemos previsto ampliar la red de fincas con métodos antidepredación en la comarca. Ahora mismo tenemos muchos planes para continuar aumentando la red de fincas en el país a lo largo de estas áreas de corredores, brindar capacitación y un poco de educación ambiental en escuelas”.
Además de gestionar la búsqueda de fondos, Panthera también ha firmado acuerdos de cooperación con ministerios y oenegés como Conservación Panamá.
Durante este año, Olmos realizará visitas de monitoreo a las dos fincas en la comarca, cada tres meses, para seguir registrando información sobre la presencia de felinos y también para la colecta de cámaras de fotos y de excretas que evidencien la presencia de jaguares y pumas.