Las añejas historias del barrio las cuentan los niños bailando. Es el principio fundamental de la iniciativa de danza contemporánea “Mi vida es movimiento”, que desarrolla su segunda actuación grupal hoy, en Río Abajo, para referirse a las memorias de la comunidad mediante una sacudida corporal sincronizada.
La investigación histórica extendida por siete semanas, en las que los más jóvenes indagaron a los veteranos residentes del área acerca de los orígenes del caserío, finaliza hoy, en el gimnasio Reynaldo Grenald, con una gran danza.
Mediante la conversación con los adultos mayores de la comunidad, los niños descubrieron los juegos de infancia, los cuales, según el relato de los testigos, se daban acompañados de ritmos de calipso y jazz en el barrio, en una rudimentaria zona excluida del radio citadino.
“Partiendo de diálogos intergeneracionales, se busca rescatar y documentar el patrimonio intangible e histórico de las comunidades relacionado a su fundación, origen de sus primeros habitantes, expansión y fenómenos de integración pasados y actuales”, destaca un informe de este proyecto.
En la pieza de hoy participan 16 niños de Río Abajo, desempeñando los pasos de una coreografía coordinada por el bailarín José Leonardo Amaya y dos chicos voluntarios (asistentes) del programa Enlace de la Fundación Espacio Creativo, organismo encargado de la iniciativa.
Los niños del barrio que desconocen la ejecución disciplinaria de la danza contemporánea -a diferencia de sus estudiantes asiduos de Enlace- reciben las clases semanas antes de su presentación, para dar por resultado la interpretación de una historia por medio del movimiento entre sus pares.
La propuesta de creación forma parte de los atractivos culturales de la Comisión 500 años de la Fundación de la Ciudad de Panamá en conjunto con la Fundación Amaneceres.
El show “Mi vida es movimiento” es gratuito e incluye breves relatos orales de los adultos representantes de la comunidad sobre el levantamiento de su barrio, sus personajes y sus costumbres.