Una reluciente medalla de cinta tricolor colgaba del cuello de Esther Watson de Abadi la mañana de ayer. La achatada circunferencia era representativa de los valores del caudillo Victoriano Lorenzo, y fue cedida por la gobernación a de Abadi, por sus cosechas como ciudadana insigne, activista en el establecimiento de la democracia y como profesional de su tan gustada cocina durante años.
De Abadi, en su discurso, dado frente a familiares, amigos y gente de profunda estima, mencionó el estrecho vínculo con el personaje histórico, encontrando en él “coincidencias”. “Él no luchó nunca por ideologías políticas, luchó por principios y valores; defendió derechos universales de los más generales y se rebeló contra los ultrajes a la dignidad de su gente”, elogió al líder coclesano la también galardonada.
La distinguida septuagenaria, de raíces judías, quien fuera perseguida durante el régimen militar y asilada en Estados Unidos en 1989, pronunció su discurso y destacó el apoyo incondicional de su esposo Rubén Abadi, que llamaba a sus ideas “las locuras de Esther”, así como el ejemplo dado por sus padres, Leah de Watson y Walter Watson, que la impulsaron como mujer a abanderar causas y movimientos desde diversos objetivos: la educación, la comunidad y los derechos humanos.

De Abadi es considerada una de las fundadoras del diario La Prensa. Con su carisma consiguió socios en su comunidad judía; es decir, personas que apostaran al proyecto de prensa libre.
Así mismo, por 18 años, fue la encargada de la página de gastronomía inserta en la sección Revista del diario La Prensa, con recurrencia semanal, cada martes, en donde entretejía sus ideales con los consejos culinarios.
Entre sus anécdotas como columnista, durante la agitación militar, rememora aquella publicación en la que daba recomendaciones a sus lectores de cómo cortarle la cabeza a la piña, de qué manera sacarle los ojos y cortarla en trocitos. La publicación, que no ocupaba un espacio abarcador en la página, causó malestar entre la cúpula militar, por lo que la junta de censura de la dictadura le hizo un llamado de atención. Hablar de la fruta piña era de mucho cuidado, debido al mote de ‘cara de piña’, con que se le conocía al exdictador Manuel Antonio Noriega, explica, ahora gozando su libertad de expresión la condecorada.

Cuando se le pregunta por qué dejó el medio de comunicación, dice que lo hizo porque había visto reestablecido el orden democrático- cerca de la salida del presidente Guillermo Endara Gallimani.
En la ceremonia se dio la apertura del micrófono para permitir a los asistentes dar palabras de agradecimiento a de Abadi. Entre los presentes se levantó una madre a la cual de Abadi alivió dolencias a su hijo con un remedio casero. Así mismo, otras intervenciones eran dirigidas por hombres judíos, que no tenían más que halagos para con ella por sus papeles desempeñados.
De Abadi, por estos tiempos, es jubilada y disfruta siendo una ama de casa, madre de tres y abuela de una docena de niños, con los cuales reparte su disposición y también los mejores manjares, que por los últimos años había estado ofreciendo en un próspero restaurante de su sello.
Previo al reconocimiento se dio la presentación de un conjunto folclórico, un discurso sobre Victoriano Lorenzo y la intervención y colocación de medalla por parte del gobernador Rafael Pino Pinto.
