Científicos del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) han estudiado los manatíes antillanos (Trichechus manatus) en las turbias aguas del humedal de importancia internacional San San Pond Sak, en Bocas del Toro.
“Este estudio es el más completo de su tipo, ofrece estimados poblacionales confiables usando sonares, del número de manatíes, siendo esto vital para la supervivencia de esta especie vulnerable,” comentó Héctor Guzmán, biólogo del STRI, que dirigió el estudio.
Anteriormente, se había estimado que había entre 30 y 70 manatíes en el país. Guzmán recorrió casi 2 mil kilómetros de ríos con sonares de barrido lateral durante un año.
“Se trata de más de 200 transectos repetidos de los 18 kilómetros de ríos protegidos en el estuario de San San, cubierto de manglares y bosques”, indica el STRI.
Con el apoyo de Richard Condit, científico emérito de STRI, se estimó que la población de manatíes en esa zona es de 2 a 33 individuos.
En el mundo hay tres especies de manatí: el amazónico, el africano y el antillano. Esta última es la que habita en San San Pond Sak, Sixaola y el Humedal de Importancia Internacional Damani Guariviara (sitio Ramsar), en la comarca Ngäbe Buglé. En 1964 se trajeron de Bocas del Toro unos 10 manatíes al lago Gatún, para controlar la vegetación.
Estos sirénidos nadan en aguas tranquilas. Su dieta consiste en algas, pasto, bejucos y hojas de mangle. Pero la contaminación y las colisiones con embarcaciones son una amenaza para ellos.
Según Guzmán, las parejas de madre y cría se observan comúnmente corriente arriba, fuera del área protegida de San San Pond Sak. Hace tres años se recomendó a las autoridades modificar los límites de la reserva a lo largo de los ríos, así como los reglamentos para el uso de embarcaciones y la pesca, para reducir la mortalidad.
“Cada año hay por lo menos dos muertes de manatíes, en su mayoría crías o juveniles. Nuestras estimaciones poblacionales indican que, aunque la población parece constante, no se recuperará si los manatíes jóvenes continúan muriendo por colisiones con botes y el uso ilegal de redes de pesca”.
Jorge García, jefe del departamento de biodiversidad de la Dirección de Áreas Protegidas y Vida Silvestre del Ministerio de Ambiente, comenta que la propuesta de ampliar el área protegida está en evaluación, no solo por los manatíes, sino por el ocelote, las tortugas baula y por reportes de jaguar.
Reconoce que es algo crítico porque el manatí tarda 10 años en alcanzar su madurez sexual y tiene cría cada dos a cinco años. Añade que las áreas protegidas suelen tener una regulación de velocidad para los botes para reducir las muertes por golpes, que es lo más común, y que en San San Pond Sak, hay dos guardaparques.
Por el año 2004 se hizo una “especie de hoja de ruta”, para elaborar un plan de conservación para el manatí, pero a la fecha, esto no se ha concretado, dijo García.
La Resolución N°DM- 0657-2016 del 16 de diciembre de 2016 catalogó al manatí como “en peligro” (EN), de acuerdo con los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Esta categoría significa que “la mejor evidencia disponible indica que está enfrentando un riesgo muy alto de extinción en estado silvestre”.