Admiradores comenzaron a llegar al museo de Historia Afroamericana Charles H. Wright, en Detroit, para dar el último adiós a Aretha Franklin. Se acercaron al féretro, bañado en oro, mientras al fondo sonaban sus grabaciones de góspel. Yacía en reposo, vestida de rojo de la cabeza a los pies, con zapatos de tacón alto.
Al aproximarse, gente que vino de lugares tan remotos como Las Vegas y Miami, lloró, se persignó, inclinó la cabeza y le lanzó besos. Kelly Major Green, miembro de la junta directiva del museo, dijo que la intención era crear un ambiente digno y respetuoso similar al de una iglesia, el lugar donde Franklin tuvo sus inicios.
“Quisimos ser un reflejo de la reina”, dijo Green. “Es hermoso. Ella es hermosa”.
Luchas
Con las piernas cruzadas a la altura de los tobillos, Franklin comunica tanto poder como comodidad, como lo hizo en vida, explicó Green. Los zapatos, en particular, muestran que “la reina del Soul es diva hasta el final”.
Significados
Tammy Gibson, una mujer de 49 años, de Chicago, dijo que llegó sola a las 5:30 de la mañana, pero se hizo amiga rápidamente de otros que cantaban y rememoraban a la artista. Mientras crecía, Gibson dijo que sus padres ponían la música de Franklin “todo el tiempo” y le decían “vete a la cama, esto es una fiesta para adultos”.
“Sé que la gente está triste, pero es una celebración: la gente está bailando y cantando su música”, expresó afuera del museo. “Vi el ataúd recubierto de oro y caí en cuenta: se ha ido, pero su legado y su música vivirán por siempre”.
El marco para el velorio público de dos días no podría ser más apropiado, según Paula Marie Seniors, profesora adjunta de estudios africanos en Virginia Tech. “Pienso que es increíblemente significativo. Está siendo honrada casi como una reina en uno de los museos negros más importantes de Estados Unidos”, dijo la docente. La reina del Soul, dijo Seniors, era “una cantante del universo”.