Durante la era de hielo, grandes animales terrestres, como el felino de dientes de sable y el mamut, desaparecieron.
Ahora, un equipo internacional de investigadores encontró que hace más de 2 millones de años también hubo una extinción de megafauna marina, la cual era más vulnerable a los cambios ambientales globales de lo que se suponía.
Las especies con más altas demandas energéticas (las que regulan su temperatura corporal) fueron las más susceptibles a esta extinción.
Especies de vacas marinas, ballenas y el tiburón gigante Carcharocles megalodon fueron algunos de los que desaparecieron.
PÉRDIDA DE DIVERSIDAD
La investigación “The Pliocene marine megafauna extinction and its impact on functional diversity”, publicada en Nature Ecology & Evolution y en el boletín del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) del pasado 30 de junio, detalla que a finales del Plioceno (unos 2.59 millones de años) comenzó un período de gran variabilidad climática y de oscilaciones en el nivel de los océanos.
La investigadora de STRI Catalina Pimiento, autora principal del estudio, explica que hicieron un metaanálisis del registro fósil de todo el mundo, usando bases de datos que captan todas las publicaciones paleontológicas mundiales.
Analizaron los datos de fósiles (huesos y dientes) de la megafauna marina del Plioceno y del Pleistoceno (desde hace 5.3 millones hasta hace alrededor de 11 mil 700 años), y encontraron que los mamíferos marinos perdieron el 55% de su diversidad.
Hasta el 43% de las especies de tortugas marinas se perdió, así como el 35% de las aves marinas y el 9% de los tiburones.
También concluyeron que se desarrollaron nuevas formas de vida durante la época pleistocénica siguiente, incluyendo el oso polar Ursus, el petrel Oceanodroma o el pingüino Megadyptes.
Pero los niveles previos de diversidad no se alcanzaron nuevamente.
CLIMA, OCÉANOS Y VIDA
Los investigadores evaluaron, además, cómo afectó la extinción de las especies marinas a los ecosistemas.
“Esta extinción no solo tuvo un impacto considerable en la biodiversidad histórica de la Tierra, sino también en el funcionamiento de los ecosistemas”, indica el trabajo.
Valiéndose de modelaciones, los científicos estudiaron la “diversidad funcional”, es decir, grupos de organismos que no necesariamente están relacionados, pero que tienen características similares en su función dentro de los ecosistemas.
Producto de la pérdida de megafauna marina asociada a los hábitats costeros, siete grupos funcionales (14%) se perdieron en las aguas costeras durante el Plioceno.
El 17% de la riqueza funcional, o sea, el volumen del espacio funcional en el ecosistema, desapareció, y el 21% cambió cuando surgieron nuevos géneros durante el Pleistoceno, que formaron otros grupos funcionales.
Los depredadores que habían sido comunes desaparecieron y surgieron nuevos competidores. No obstante, no compensaron a cabalidad el espacio funcional que se perdió.
El estudio también explica que, a partir del Plioceno tardío, la zona nerítica global (cercana a la costa y que forma parte de la plataforma continental), disminuyó significativamente y se presentaron mayores fluctuaciones en los océanos.
Los investigadores hipotetizan que la pérdida abrupta de hábitats costeros productivos y los factores oceanográficos (como las fluctuaciones en las corrientes) contribuyeron a las extinciones.
¿Hacia la sexta extinción?
Se dice que la Tierra se enfrenta a una sexta extinción masiva. Un artículo publicado este mes por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, se refirió al tema.
Catalina Pimiento, investigadora del Instituto de Investigaciones Tropicales y la Universidad de Zúrich, comenta que las extinciones son procesos naturales, así como la evolución de nuevas especies. Antes de los humanos, estas eran causadas por fenómenos naturales.
Añade que han ocurrido cinco extinciones masivas (incluyendo la de los dinosaurios) y que actualmente, la humanidad está llevando al mundo a una sexta extinción masiva. Las causas, señala la investigadora, incluyen el cambio climático, la alteración de los hábitat naturales, la sobrepesca, etc.
“El cambio climático es causado por el hombre también. Los que lo niegan dicen que este proceso es normal, sin embargo, estudios muestran que la tasa a la que está sucediendo no tiene precedentes naturales. En otras palabras, lo que estamos causando en 50 años es lo que naturalmente debería ocurrir en cientos o millones de años, lo cual permite a las especies adaptarse.
Si al cambio climático le sumamos la sobrepesca, la degradación de los ecosistemas, la polución, etc., es más que claro que nosotros como humanos somos la peor castástrofe que le ha pasado a la biodiversidad del planeta”.
¿Es posible evitar una extinción?
“Es nuestro deber moral”, dice Pimiento, quien sugiere empezar por contribuir a mitigar el cambio climático, con acciones como cambiar el uso del carro por la bicicleta (o tener un carro en vez de dos, usar el transporte público), no usar el acondicionador de aire todo el tiempo, dejar de comer carne, tener menos hijos, reusar, reciclar y dejar de usar plástico, ya que es una amenaza diaria para las especies marinas.