Steve Cox acaricia y abraza a Ernie, su bulldog inglés de 10 años, antes de entregarlo en el albergue: perdió su casa en el incendio que arrasó con un pueblo del norte de California y necesita ayuda con su mascota.
“No te preocupes”, le susurra Steve. “No te voy a defraudar, pronto vendremos por ti”. En el hotel donde se está quedando no le permiten tenerlo.
Por una semana lo mantuvo en su camioneta, pero cree que mientras comienza a reorganizar su vida, estará mejor cuidado en uno de los tres albergues habilitados en las zonas vecinas a Paradise, epicentro del feroz incendio campo que hasta el momento deja casi 80 muertos y más de mil personas desaparecidas.
Hay un albergue para animales grandes, en una antigua zona rural, y otros dos para los más pequeños, que incluyen perros y gatos, pero también gallinas, conejos, tortugas y hasta cisnes.
Ernie camina con dificultad, le operaron un absceso en una de sus patas delanteras. Steve dice también que es un perezoso que adora echarse a dormir, no tiene dudas que se adaptará fácilmente.
El albergue principal fue instalado en el aeropuerto municipal de Chico, vecino a Paradise, donde se han concentrado las operaciones de rescate y de combate al fuego.
Allí llegan también los animales que son rescatados por los bomberos.
Una mujer llega desesperada, con las manos temblando, saca de un sobre fotos de sus gatos y perros.
“Por favor, le ruego que me deje entrar y ver si los encuentro”, dijo con la voz llorosa. La refirieron a otro edificio del albergue y para allá se fue corriendo.
Cuando el incendio comenzó su amenaza a Paradise, Steve volvía del médico con su esposa. Pudo haber parado, pero se adentró a su casa para rescatar a Ernie y a otros dos perritos más pequeños que tiene.
“Son familia, no los podía dejar”, dijo Steve.

