La trama de Bodas de sangre, de Federico García Lorca, es bastante conocida.
La Novia (Roslyn Ricord) está pronto a casarse con el Novio (Sleyder Rivas). Sin embargo, Leonardo (Oday Kamal), exnovio de la Novia, aún la ama y no está dispuesto a perderla, a pesar de estar casado.
La obra se describe como una tragedia y fue inspirada por una nota en las páginas rojas de los diarios locales en la España de la década de 1920, así que ya podrán imaginarse el desenlace. Pero si la historia es predecible, su lírica, simbolismo y sensualidad aún nos llegan como un inesperado regalo a los sentidos.
Con pocos recursos, en el Teatro Aba, el director Abdiel Tapia busca conectar el anhelo de la poesía de García Lorca con la decepcionante realidad por medio de tres severas sillas de madera, sábanas blancas que cuelgan, y un juego de luces efectivo.
Las imponentes botas de cuero marrón de Leonardo denotan no solo su virilidad, sino también presagian el peso de sus actos.
Los cambios de vestidos y peinados de la Mujer de Leonardo (Sandy Correa) nos revelan la transformación que se ve forzada a atravesar.
Quizá como resultado del largo intervalo entre funciones (la obra solo se presenta los lunes), el elenco toma todo un acto para arrancar.
Los actores deben encontrar el personaje cada semana y establecer la energía y dinámica necesarias para luego poder transportarnos al mundo lorquiano. Pero en el segundo acto, el elenco ya ha encontrado su rumbo y los actores principales brillan.
En su última escena, Danitza Barrera (como la Madre del Novio) nos deslumbra, sintetizando todas las reflexiones que ha hecho durante la obra sobre la fragilidad de la vida humana que puede ser apagada “con un cuchillo, con un cuchillito”.
La última escena de Sandy Correa es emoción cruda y pura, contenida con precisión. Recuerdo poco de lo que dijo, pero tengo muy claro cómo se sentiría vivir dentro de una cabeza y casa en luto eterno.
Necesitamos más directores y actores que se arriesguen a producir obras que exploren la condición y fragilidad humana.
En un mejor Panamá, directores como Abdiel Tapia y actrices como Danitza Barrera y Sandy Correa estuviesen en el escenario del Teatro Nacional presentando propuestas arriesgadas de clásicos lorquianos por largas temporadas.






