Un enorme trineo dorado lleno de remiendos, campanitas y muñequitos, refulge bajo el tórrido sol del Malecón de La Habana. Es parte de un ejército de obras de arte con vista al mar Caribe, al alcance de los caminantes.
“El Trineo” es la síntesis del arraigo y desarraigo de Enrique Martínez Celaya (54 años), un cubano americano que regresa a su país natal después de casi cinco décadas, para participar en Detrás del Muro, uno de los mayores atractivos de la XIII Bienal de La Habana.
Se trata de “una proyección absurda de un trineo hecho con remiendos de memoria, de historias”, en un lugar “donde el sol derrite animales, si es necesario”, explica el artista.
Algunos metros más allá, niños lanzan balones de básquet a unos tableros que tienen imágenes de personas sentadas en los aros. No muy lejos, para aplacar el calor, mangueras de colores se tienden en el piso, formando un círculo, y son tomadas por transeúntes que juegan a mojarse. En ambas aceras de la avenida costanera del Malecón, por más de un kilómetro, los caminantes van descubriendo obras, que mientras dure la Bienal, del 12 de abril al 12 de mayo, sumaran más de 60 artistas de nueve países.
Entre ellos están Laurent Grasso (Francia), Grimanesa Amorós (Perú- Estados Unidos), José Dávila (México) y Per Inge Bjorlo (Noruega), además de reconocidos cubanos como Pedro de Oraá, Pedro Pablo Oliva y Roberto Fabelo.
El resto de las muestras, que totalizan más de 800 realizadores, 300 de ellos extranjeros, se exponen en museos, galerías y centros culturales. Detrás del Muro -del muro del Malecón- nació en 2012, de una conversación íntima con el mar, según cuenta su actual director, Juan Delgado.