Herreranas que tejen sombreros

Herreranas que tejen sombreros


Las Minas, Los Pozos y Ocú son tres distritos herreranos que mantienen viva la tradición de la confección del sombrero blanco, el pintao, de junco y de chonta. Lo hacen a brazo partido ante la falta de la materia prima, y son pocas las mujeres y hombres que se dedican a tejer y coser este accesorio que forma parte de la vestimenta típica panameña.

Su gente es capaz de resguardar el conocimiento y las técnicas de esta artesanía que han sido transmitidos de padres a hijos por generaciones.

Comunidades

El Tijera de Ocú es una comunidad establecida casi en las faldas del cerro Tijera. Allí vive la familia Gómez, que se ha dedicado al arte de tejer y coser sombreros blancos y de chonta, una de las pocas actividades, junto a la agricultura, de donde pueden recibir ingresos.

Lidia Gómez es una joven ama de casa y artesana que ayuda a su esposo Alexis Moreno en la economía del hogar haciendo el sombrero ocueño, el pintao y el de chota. Aprendió este oficio a los 12 años. Ambos unen fuerzas, él corta el cogollo de la palma de bellota o iraca o rabo de gallo, y ella lo deshila para sacar las fibras con que tejerá esta pieza artesanal arraigada entre los campesinos de Ocú.

Para preservar la tradición

Todos los artesanos luchan por preservar la confección de esta hermosa creación que tiene gran importancia para el hombre que trabaja el campo y que también se divierte en fiestas populares.



Un poco más allá está El Limón, donde vive su tía Isabel Gómez con su hijo Alcibíades y su esposo Hipólito Campos. Isabel aún tiene la destreza de hacer todo el proceso de cortar, deshilar, cocinar, teñir, secar, tejer y coser las fibras para el sombrero fino y de trabajo. Cuenta con la ayuda de su hijo, pero se queja de la escasez de la chonta, el cogollo y la pita o cabuya, su materia prima, pero procuran sembrar en sus predios.

La técnica del teñido negro de la fibra de chonta sigue siendo la misma que en otros lugares, las hojas de chisná y lodo.

Para que el sombrero de chonta le quede amarillo, Isabel tiñe la fibra con cúrcuma.

Cercanas también están las poblaciones de El Salitre, Boquerón y Los Arenales, donde también elaboran el sombrero blanco y pintao.

A 35 minutos del pueblo de Ocú está San José, donde reside la artesana Catalina Mela de Marín, que trabaja el sombrero ocueño, tanto el de lujo como el de trabajo. Ella y las demás mujeres ocueñas saben diferenciar muy bien su sombrero blanco en el remate o amarre, la última crizneja o crineja es diferente a la riata de Coclé. La de Ocú es llamada cuatro pajas o cuatro pajitas.

Más allá de Ocú están Los Pozos y Las Minas. En estos dos distritos se confecciona el sombrero. En Los Pozos están Alto Río, lugar donde vive Aleyda Pérez, y La Llana, hogar de Adela González. Ambas tejen y cosen sombreros de junco, de chonta y de cogollo.

La chonta es la materia prima por excelencia, pero también escasea; la compran en otros lugares cercanos ya procesada, pero cuando tienen la oportunidad de obtener las hojas verdes saben cómo extraer la fibra o pajita y esa técnica la han aprendido de sus progenitoras.

Esta misma faena la tienen mujeres de El Barniz, Chepo, El Toro y El Chumical de Las Minas.

Conozca más sobre estos y otros sombreros panameños a partir del 30 de julio, cuando saldrá el álbum coleccionable de 32 láminas Los sombreros de mi Panamá, en este diario.

LAS MÁS LEÍDAS