El tiempo que pasan los niños frente a televisores y dispositivos electrónicos como tabletas, computadoras, videojuegos y celulares, debe limitarse de acuerdo a su edad.
Así lo subraya la Academia Americana de Pediatría (AAP), institución que presentó en el 2016 una guía basada en resultados de diversas investigaciones sobre el impacto del consumo mediático de los chicos en edad escolar y los adolescentes, en la que sentencia algo que no muchos adultos saben: los menores de dos años ni siquiera deberían tocar las pantallas de estos dispositivos tecnológicos.
De acuerdo con diversos hallazgos, la digitalización en exceso puede conllevar a que los niños desplacen la interacción cara a cara, la actividad física y la exploración práctica por el mundo virtual, y que incluso, presenten problemas de aprendizaje y de comportamiento, dificultades de atención y enfoque, trastornos de sueño, entre otros.
Por ello, la AAP afirmó, entre sus recomendaciones, que los menores de 18 meses deben evitar el contacto con estos aparatos, y que los padres de aquellos entre 18 y 24 meses que deseen introducirlos a los medios digitales deben elegir programación con contenido de calidad y mirarla con ellos para explicarles si no entienden algo de lo que ven.
La guía señala que en el caso de los niños con edades de seis años o más, los padres deben establecer el periodo de tiempo que se expondrán a las pantallas, asegurándose que este sea productivo y no solo para entretenerse.
De acuerdo con la médico Yamilette Rivera, pediatra neonatóloga con entrenamiento en evaluación del neurodesarrollo, la evidencia sugiere que la exposición a pantallas en niños menores de ocho años aumenta el riesgo de que estos desarrollen dependencia y hasta adicción a estos dispositivos, que se conoce como ciberadicción y puede causar serios problemas a corto, mediano y largo plazo. “Cuanto más temprano y dependiendo del tiempo y la intensidad de la exposición, así mismo aumenta el riesgo a desarrollar estas dependencias”.
La neuropsicóloga Emelyn Sánchez, doctora en neurociencias cognitivas, agrega que el diseño de las aplicaciones, las redes sociales, videojuegos etc., está creado para instaurar conductas compulsivas y de gratificación, lo que sienta las bases para cualquier adicción. Recalca que se debe recordar que “nuestra genética e historia personal influye en la expresión de un trastorno; es decir, puede que no en todos los chicos genere adicción”.
VEA: Los niños y el mundo virtual