En caso hipotético de que Isabel de Obaldía tuviese la oportunidad de volver a nacer, está convencida de que nuevamente apostaría por el arte. Así afirmó esta pintora y escultora en una entrevista brindada a La Prensa, el sábado pasado, minutos después de que terminara de realizar un conversatorio en la galería Mateo Sariel sobre la evolución de su obra.
Esta artista, nacida en Washington, Estados Unidos (EU), pero de padre panameño y madre francesa, confesó sentirse influenciada especialmente por su progenitor, quien desde niña le inculcó el hábito del dibujo.
“A los 15 y 16 años empecé a tomar fotos, mientras seguía dibujando. Él fue quien me fue guiando. Yo no estaba muy segura sobre qué carrera quería ejercer, pero sabía que tendría que ver con las artes. Mi papá me dijo: ‘Tienes que dibujar, no importa qué”. Este año celebra sus 39 años de carrera artística, camino en el que se ha inclinado por retratar la figura humana en su obra. Esta licenciada en diseño gráfico y cinematografía, es del pensar que el profesional del arte debe estar en un continuo aprendizaje.
Su obra es reconocida por su trabajo en pintura, así como en escultura contemporánea sobre vidrio. Ha hecho dibujo, grabado, fotografía. ¿En qué formato se siente más cómoda?
En este momento, escultura contemporánea sobre vidrio y dibujo.
¿Qué le divierte de trabajar esculturas sobre vidrio?
¿Qué me divierte? [risas]. No sé si la palabra “divertir” es la apropiada, pero ¿qué me entusiasma de esto? Todo: la transparencia, las texturas, el volumen y la luminosidad.
¿Qué podría ser lo más difícil de este proceso?
Toda la técnica.
¿Por qué optó por recrear la serie “Torsos”?
Por la figura humana, porque tiene una forma bonita. Sin darme cuenta, yo estaba usando los torsos como [si fuese] un canvas, ya que ofrecen una forma relativamente bonita, pero al mismo tiempo plana. Se puede dibujar encima [de ello] con los pigmentos de color.
¿Con qué colores le gusta trabajar más?
Esto varía, es muy difícil de responder, pero la combinación de los colores es lo importante.
De todas sus muestras, ¿cuál es aquella que recuerda con mayor emoción?
Cada nueva época [que se vive] supuestamente es la mejor, pero cuando uno regresa [y recuerda etapas anteriores] se sorprende a sí mismo (…), entonces también es difícil [responder esta pregunta]. Lo importante es que uno siempre sienta que lo que está haciendo está muy bien, o más o menos bien, porque eso te motiva a seguir trabajando.
En el conversatorio, usted compartió sobre su experiencia formativa en Pilchuck Glass School, en Stanwood, Washington, EU. Cuando piensa en Pilchuck, ¿qué es lo primero que le viene a su mente?
Pienso en Pilchuck y me digo: “¡Qué maravillosas vacaciones y aprendizaje!”. Volver a ver a amistades, conocer gente nueva y aprender nuevas técnicas es un mundo maravilloso. Además, es lindísimo. La escuela ofrece cinco diferentes cursos, cada uno tiene como 10 estudiantes, más los asistentes; son grupos muy pequeños, y [la escuela] está ubicada en la montaña, estás aislado no solo aprendiendo de tu grupo sino de los otros. Es una muy bonita experiencia.
¿Cuáles son sus influencias como artista?
Yo veo de todo. Cuando viajo eso es lo primero que hago: tratar de captar el arte contemporáneo, visito museos antiguos y veo esculturas griegas, así como el arte precolombino. Yo absorbo un poco de todo, y me gusta conocer también sobre exposiciones nuevas. Un artista debe alimentarse de todo lo que ve.
¿Cómo describiría su caminar como artista?
Yo había oído que los artistas hacen círculos. Y la verdad sí siento que no tiene nada de malo regresar al círculo. Por eso, yo regresé a los metates, porque había hecho muy poquito de metates [piedras sobre las que se muele manualmente el maíz y otros granos] al principio de mi carrera. Y al hacer estos dibujos en formato grande quise soltar más la mano porque estoy considerando regresar también a la pintura. Voy a cumplir 60 años, voy a tener 40 de carrera y 20 de trabajar con la Galería Mary-Anne Martin Fine Art [en Nueva York] (…) Quiero volver y sacar todo el equipaje y bagaje de lo que tengo dentro. Veremos.
¿Qué le divierte como persona, dejando a un lado el arte?
Leer. No leo tanto como antes que leía muchísimas novelas, pero ahora leo bastantes libros de información histórica y de arte. Me considero una persona que se esfuerza mucho por la educación constante.
¿Desde cuándo hace deporte?
Empecé a nadar a los 17 años. Además, estuve haciendo hapkido como por 20 años (…) y después hice triatlones casi por 10 (…). Sigo nadando, que es lo que siempre me ha gustado, y levanto pesas para estar fuerte y así poder seguir trabajando.
Si tuviese la oportunidad de volver a nacer, ¿elegiría el arte?
Definitivamente. A veces fantaseo con que me hubiese gustado ser médico cirujano porque me motiva trabajar con la gente, tratar de ayudar y resolver cosas en el cuerpo humano. Suena fascinante, ¿no?