La rana nocturna de Bombay practica una posición de apareamiento inédita entre las 7 mil especies de ese grupo de anfibios, registrada en lo que podría ser un Kamasutra para batracios.
Apodada “monta dorsal”, la nueva posición nupcial es un caso de estudio en materia evolutiva sobre la forma en que la naturaleza siempre encuentra un camino para juntar el semen y el huevo.
Encabezados por SD Biju, profesor de la Universidad de Delhi, un equipo de investigadores trabajó durante 40 noches en la densa selva cerca del pueblo Humbarli en el estado de Maharashtra, para observar in fraganti a su pequeño objeto de estudio, Nyctibatrachus humayuni.
Sacada de su contexto, la descripción del acto exótico parece la de un manual de autoayuda sexual de los años 1970. El macho no abraza a la hembra, pero la monta por atrás sosteniéndose con las manos o apoyándose en una hoja, rama o árbol”, escriben los zoólogos al describir la escena. A este punto, la hembra -preparando su próximo movimiento- pone los huevos sobre la hoja sobre la que la pareja está apoyada. Las cosas comienzan a ponerse picantes a partir de ese momento. “El macho eyacula en el dorso de la hembra y el semen corre de la espalda a la entrepierna, antes de fertilizar los huevos”, explican los investigadores en el estudio que publica la revista científica PeerJ.
Durante todo el acto, las ranas permanecen a escasos milímetros pero en la mayoría de los casos ni se tocan, en una especie de sexo tántrico versión batracio.
Tras desplazarse ligeramente hacia el costado durante la etapa final de este acoplamiento ritual, el macho infla sus mejillas y vigila los huevos de posibles depredadores. Asumiendo que escaparon a esa suerte, los huevos se deslizan por la hoja al agua, donde se desarrollarán los renacuajos.