Con las presiones de su primer papel protagónico, Lucas Hedges comenzó a oír voces. Voces vívidas de críticos de cine. “Oía reseñas en mi cabeza que decían: ‘Pareciera que Hedges no tiene nada pasando en su vida interior. En lo que debería ser una muy rica”, recuerda el actor. “Era como, más nunca voy a trabajar. Sentía que era mucho lo que estaba en juego”.
Las reseñas, como con todo lo que el actor de 21 años ha hecho, incluyendo su papel nominado al Óscar en Manchester by Sea, terminaron siendo lo opuesto para Hedges por el drama sobre terapia de conversión para gais Boy Erased. Pero en ese momento, el actor sentía que se ahogaba. Sus inseguridades, encontró, podían ser beneficiosas.
Podía canalizarlas en su interpretación de Garrard Conley, quien documentó su angustia como el hijo gay de un pastor bautista enviado a un campamento de conversión, en un libro de memorias publicado en 2016, que sirvió de base para la película de Joel Edgerton.
Luchas
“Siempre hay un viaje paralelo sucediendo en todos estos proyectos”, dijo Hedges. “Pedí ayuda. Experimenté. Traté de meterme en mi cuerpo tanto como pude. Busqué cosas por las que luchar. Simplemente seguí recibiendo apoyo”, dijo antes de agregar que, “de verdad, soy solo un actor dramático pero eso es lo que me pasaba por la cabeza”.
Declaración
En papeles grandes y pequeños, Hedges ha ido armando los últimos dos años una galería de jóvenes en periodos de angustia y transición. Ha sido un hijo repentinamente huérfano de padre (Manchester by the Sea), un adolescente gay en negación (Lady Bird), un hermano mayor abusivo (Mid90s) y un drogadicto en recuperación (Ben Is Back).
Las luchas de sus personajes de algún modo han sido sus propias luchas; su paso a la adultez el suyo propio. “En los últimos años, me he sentido realmente inquieto buscando la aprobación del mundo”, dijo Hedges. “En adelante no sabría decir si me atraerán los mismos papeles. Pero he sentido que esos roles eran obvios. Ha habido mucha transformación dentro de mí”.
Hedges, un nativo de Brooklyn que actualmente vive con su hermano mayor, Simon, en un apartamento en Manhattan, habló recientemente en un día libre de su debut en Broadway, en la obra de Kenneth Lonergan The Waverly Gallery, junto a Elaine May, Joan Allen y Michael Cera. Este último se ha convertido en un mentor para Hedges, dándole asignaciones fílmicas con regularidad.
El padre de Hedge, el escritor, dramaturgo y cineasta Peter Hedges (What’s Eating Gilbert Grape y Pieces of April), recientemente asistió a la función inaugural. Y aunque estaba muy consciente del talento natural de su hijo desde una producción de séptimo grado de Nicholas Nickleby en la que Hedges interpretó a Smike, un niño discapacitado, se impresionó cuando entró a su camerino.
En la pared había fotos de su abuela como inspiración personal; Hedges interpretaba al nieto de una abuela que padece demencia. “Uno entra y dice, ‘caray, hay un verdadero actor preparándose en este cuarto”, dijo Peter Hedges. “Entonces caigo en cuenta de que yo soy su papá”. Hace una década, Peter le dio a su hijo un papel en Dan in Real Life, pero al final terminó por cortar su escena. Fue una especie de bendición. Lucas luego dejó en claro que quería forjarse su propio camino, sin la ayuda de su progenitor. “Quería tener la vida de un actor”, dijo Lucas. “No fantaseaba con actuar. Quería ser famoso. No diría que tenía las más puras intenciones al meterme en esta industria. Y para ser honesto, aún no tengo las más puras intenciones”. Tal afirmación, que dista del tipo de comentario que suele hacer un actor que promociona una película, es un reflejo de la rara humildad de Hedges. “Honestamente, no hay una escasez de papeles para jóvenes actores blancos. ... Es extraño decirlo”.