En un estudio de Kaduna, en el norte de Nigeria, Yahaya Makaho se prepara para grabar un tema de su nuevo álbum, símbolo del éxito que le llevó a la fama tras años pidiendo limosna en la calle.
Ciego desde la infancia, Makaho pasó muchos años mendigando pero no dejó que su discapacidad destruyera sus sueños y a los 37 años se ha convertido en una estrella.
Desde hace cuatro años, sus canciones y sus videos triunfan entre los cerca de 80 millones de personas que hablan la lengua hausa en Nigeria y en otros lugares del oeste de África.
“Me veo como una superestrella que logró romper el sortilegio asociado a las discapacidades físicas”, dice.
“Rompí el estereotipo según el cual cuando uno es ciego la única perspectiva que tiene es tomar un recipiente e ir a pedir limosna”, asegura.
La vida puede ser difícil en el norte de Nigeria, donde hay niveles muy altos de pobreza y desempleo y las oportunidades para los ciegos son muy limitadas.
Makaho -un apodo que significa “hombre ciego” en hausa- recorrió un largo camino hasta grabar 370 canciones y tres álbumes.
A los tres años perdió la visión a causa del sarampión y luego le mandaron a una escuela islámica, lejos de su familia, donde le enseñaron que lo mejor que podía hacer era pedir limosna.
“Me dolía pasarme el día pidiendo dinero a la gente. La mendicidad mata el espíritu y por eso decidí convertirme en cantante”, dice. “No sabía que tenía talento para la canción, quería dar sentido a mi vida y surgió la idea de ser cantante”.
Sin embargo su ascenso no fue fácil y vivió años de discriminación y desánimo.
Hasta que en 2016 un fan decidió financiarle una sesión de grabación y empezó su éxito, gracias a temas que hablan de los problemas de la vida cotidiana.

