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Memorias que se desvanecen

La psicoeducación a los familiares es importante para sobrellevar la enfermedad de Alzheimer y no desgastarse al brindarle los cuidados al paciente.

Memorias que se desvanecen

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay unos 47 millones de personas que padecen demencia en el mundo, y cada año se registran 9.9 millones de nuevos casos.

“La demencia es una de las principales causas de discapacidad y dependencia entre las personas mayores. Tiene un impacto físico, psicológico, social y económico en los cuidadores, las familias y la sociedad”, indica la OMS.

La enfermedad de Alzheimer es la causa de demencia más común; abarca entre un 60% y un 70% de los casos.

El doctor Edgar Agames, psiquiatra del Instituto de Salud Mental, explica que el término “demencia” se refiere a un grupo de patologías en las cuales se afecta el cerebro y las funciones cognitivas, la memoria, el pensamiento y el comportamiento.

Hay una gama de demencias que se pueden dar por diversas causas. La más común corresponde a la enfermedad de Alzheimer. También están las demencias vasculares o de microinfarto, que se están viendo “bastante” y están asociadas a hipertensión y enfermedades cardiovasculares, detalla.

La demencia por alzhéimer generalmente se manifiesta a edades tardías, alrededor de los 65 años, pero en algunos casos se inicia más temprano.

El doctor Agames menciona que es común escuchar sobre “demencia senil”, es decir, se piensa que porque una persona es mayor y tiene olvidos ya está demente. “Una cosa son los olvidos que tenemos cuando vamos envejeciendo, eso es común y parte del envejecimiento. También hay un deterioro cognitivo, pero sin que llegue a afectar como una demencia, que es una patología específica”, explica.

“El término ‘demencia senil’ que se usa comúnmente no se debe utilizar porque asume que la demencia es algo natural en el envejecimiento y no lo es”, añade la doctora Gabrielle Britton, del Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología, quien forma parte de un equipo de investigadores que estudia el deterioro cognitivo en Panamá.

La demencia por alzhéimer es irreversible y avanza de una fase leve a grave, en la cual se presentan complicaciones y el cerebro va perdiendo funcionalidad.

“El diagnóstico de alzhéimer es una irrupción en la vida del paciente y de los familiares o cuidadores”, agrega Agames. Por ello “es mejor captar al paciente en la fase leve para proporcionarle los medicamentos y cuidados adecuados que le permitan tener una mejor calidad de vida, y a la familia, prepararse mejor”.

DETERIORO COGNITIVO Y ALZHÉIMER

Al llegar a la vejez, dentro de la cual está la jubilación, puede darse una disminución de actividades que antes mantenían el cerebro “ocupado” y el cuerpo físicamente activo.

Mantener la participación social, actividad y ejercicio físico, estimulación cognitiva, las motivaciones diarias, nuevos aprendizajes y destrezas luego del retiro laboral, permite mayores y nuevas interconexiones cerebrales, lo cual protege de enfermedades. Por el contrario, la ausencia de las mismas podría generar deterioro cognitivo leve, explica la doctora Clarissa Botello, especialista en geriatría.

Plantea que, incluso, un deterioro cognitivo podría ocurrir por un trastorno adaptativo a los cambios para los cuales no se estaba preparado, o por causa de un trastorno depresivo debido a un duelo no resuelto que podrían manejarse con psicoterapia o antidepresivos.

“Estos deterioros son procesos patológicos, algunos más incipientes que otros, unos reversibles, otros no, y no es ‘normal’ tener este trastorno conforme vamos envejeciendo. Envejecer sí es un proceso normal y fisiológico, irreversible, individual y universal, pero la senilidad no debe asociarse a trastornos cognitivos”, apunta.

Un trastorno cognitivo donde hay una lesión cerebral como tal podría generar una alteración física, mental, psicológica, social y espiritual en el paciente.

Es necesario hacer esfuerzos para no diagnosticar a un paciente como demente, sino como una persona con una enfermedad de uno de sus órganos vitales (cerebro) que, al no catalogarlo adecuadamente, podríamos repercutir más en su salud mental, social y emocional, añade la geriatra.

“Hace algún tiempo, la Asociación Americana de Psiquiatría, en la quinta edición revisada de su Manual diagnóstico y estadístico de las enfermedades mentales (DSM-5), introdujo el concepto de ‘trastorno neurocognitivo mayor’ para eliminar el término ‘demencia’. El trastorno neurocognitivo mayor puede tener múltiples causas, la más conocida es la enfermedad de Alzheimer. Otra causa, más común de lo que creemos, es de tipo vascular, secundaria a eventos isquémicos cerebrales”.

La especialista menciona que las áreas más afectadas que llevan al diagnóstico de un trastorno neurocognitivo son: la atención, el aprendizaje, la memoria, el lenguaje, la resolución de problemas, juicio y razonamiento.

Además, podrían ocurrir trastornos de conducta, que incluyen: alucinaciones visuales o auditivas, ideas delirantes, ilusiones, agresividad e irritabilidad, depresión (llanto fácil), euforia, coprolalia (decir palabras soeces) hipersexualidad, inquietud, vagabundeo, trastorno del sueño e incluso, trastorno de sobrealimentación (la persona no recuerda que ya comió). Para cada trastorno de conducta hay un manejo y una recomendación particular.

“El paciente debe ser diagnosticado por un médico especialista que deberá indagar en sus antecedentes médicos (diabetes, hipertensión, cardiopatías, epilepsia y/o trastornos psiquiátricos conocidos)”, explica.

Lo más importante, señala, es armarse de paciencia y pensar en la dignidad del enfermo.

Cuando un adulto mayor tiene olvidos muy frecuentes (citas, los cumpleaños, si está cocinando, etc.) los familiares o cuidadores lo deben llevar con un médico general o de cabecera, y si es necesario, a un psiquiatra o neurólogo para que evalúen si está pasando por una fase inicial de alzhéimer.

El diagnóstico temprano permite darle una mejor calidad de vida, explica el doctor Edgar Agames, psiquiatra y subdirector del Instituto de Salud Mental. Al paciente con alzhéimer no hay que dejarlo solo ni enclaustrado. Hay que darle sus medicinas, llevarlo a sus citas y que mantenga un enfoque integral de salud, con ejercicio y recreación.

Al respecto, la doctora Botello añade que la salud de un paciente diagnosticado con enfermedad de Alzheimer se verá afectada si se le discrimina como incapaz de hacer alguna actividad. Si bien es conocido que se afectará la autonomía del paciente y que requerirá asistencia, se debe entender que mientras más sea aislado, la progresión de la enfermedad será más rápida.

“Es necesario integrarlo a la familia, entrenando a cada uno en cómo manejar determinadas situaciones y tratar de conservar su autonomía hasta donde sea posible. Invitarlo a tender o doblar la ropa por colores, fregar los platos bajo supervisión, bailar con los nietos, serían herramientas que permitirían su paz y tranquilidad, mientras se mantiene su estimulación mental y se le permite la participación social”.

Un paciente con alzhéimer avanzado se puede complicar con un trastorno psicótico, y en ese caso, necesitará otro tipo de medicamentos para disminuir esa conducta. Se hospitaliza durante la situación aguda, y al estar mejor vuelve a casa con sus otros medicamentos, dice Agames. Lo que se quiere es captar al paciente en fase temprana, porque, aunque no hay cura para la enfermedad, se puede lentificar.

ATENCIÓN AL CUIDADOR

La doctora Gabrielle Britton, del Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología (Indicasat) menciona que los cuidadores de personas con alzhéimer sufren por los cambios que se dan en la familia a raíz de esta enfermedad. En todo el mundo, dos tercios de los enfermos con alzhéimer son mujeres, y dos tercios de los cuidadores también lo son.

“Del 100% de los costos del alzhéimer a nivel mundial, solo el 15% tiene que ver con atención médica. El 85% tiene que ver con cuidados y otros cambios que se dan por la enfermedad. El 70% de los cuidadores son mujeres y el trabajo no es remunerado. Una hija que se encarga de cuidar a la madre, por ejemplo, sale de la fuerza laboral, es decir, hay un ingreso familiar menos, y ese es un impacto económico en la familia”, explica Britton.

Los cuidadores sufren también de deterioro, estrés, depresión y están en riesgo de padecer enfermedades y muerte temprana por eso. “Son un grupo muy particular que merece mucha atención”, puntualiza.

En ese sentido, Agames, presidente de la Sociedad Panameña de Psiquiatría, indica que hay que darle psicoeducación a los familiares. En cualquier etapa de la enfermedad, el cuidador de un paciente con alzhéimer se agota, su salud se afecta, le da estrés porque quizás también tiene hijos que atender, porque piensa que también se va a enfermar de alzhéimer, puede sufrir trastornos depresivos y necesita autocuidado por lo menos una vez a la semana, agrega.

“Si se siente muy triste o ansioso, debe buscar ayuda en salud mental y grupos de apoyo de familiares. Lo ideal es que la familia pueda rotarse para cuidar al paciente con alzhéimer y compartir los gastos que esto implique. El cuidador necesita salir a recrearse, mantener un estilo de vida saludable y el cerebro activo, leer, mantenerse ocupado”.

Estudio sobre la salud del adulto mayor

Investigadores del Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología (Indicasat) estudian el deterioro cognitivo de voluntarios mayores de 60 años. “Estamos en el quinto año de este estudio longitudinal, buscando marcadores de deterioro cognitivo y de Alzheimer”, indica la doctora Gabrielle Britton.

Según estimaciones internacionales, para el año 2050 la proporción de personas con demencia en Latinoamérica se va a tripiclar. Estudios en la región señalan que la prevalencia de deterioro cognitivo leve está entre 1% y 3% y las estimaciones de demencia oscilan entre 5% y 7%. “Nosotros vemos las mismas cifras”, dice Britton. Con base en estas estimaciones, en el país debe haber entre 170 mil y 240 mil personas con demencia.

Ahora mismo tienen 300 voluntarios. “Al enrolarlos, 15% de las personas que vemos debe tener deterioro cognitivo leve. De esos, 10% progresarán anualmente a Alzheimer. El resto (85%) debe estar cognitivamente normal. Y de esos, entre 5% y 8% debe progresar a deterioro cognitivo leve. Eso lo extrapolamos de la literatura y es lo que esperamos. Tenemos personas con deterioro cognitivo leve que es probable que progresen a Alzheimer cuando los volvamos a ver”.

El estudio recogerá datos clínicos y biológicos para evaluar los factores que predicen el progreso a estados de más deterioro.

Algunas proteínas en el cerebro como la beta- amiloide y tau se han asociado al Alzheimer. Estas se miden en el líquido cefalorraquídeo, pero su medición en sangre, suero o plasma es muy complicada porque hay cientos de proteínas y es difícil hallar una técnica con la especificidad que se necesita, expresa el doctor Alcibiades Villarreal, de Indicasat. “Los estudios han sido controversiales. Básicamente, se ha ido descartando la idea de medirlas así”.

Pero hay ciertas proteínas proinflamatorias y otras antiinflamatorias. Algunas se han relacionado con un deterioro cognitivo leve, diferentes tipos de demencia, y el Alzheimer. Unas 23 proteínas en sangre, en conjunto, pueden revelar si la persona tiene o no Alzheimer. Britton agrega que, en conjunto con colaboradores internacionales, aspiran a desarrollar una prueba sanguínea basada en las proteínas, que pueda predecir si una persona que esté “normal” podría progresar a Alzheimer más adelante. Es decir, si está en riesgo y debe hacerse exámenes adicionales de imágenes y otros, que no se pueden implementar en sistemas primarios de atención de salud y que son costosos. “Eso le ahorraría dinero al sistema de salud porque cuando la persona ya está mal, le ha costado a la familia y a la sociedad; es mejor diagnosticar de manera oportuna”.



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