Una de las participantes del segundo Congreso Panameño de Educación y Museos no olvida que en una exposición en el extranjero sobre el racismo, los baños no estaban separados por sexo, sino por raza: “baño de blancos y baño de negros”. Era una forma directa de representar el sesgo que se imponía siglos atrás según el color de la piel. Y también una forma de atrapar la atención del visitante y dejarle algo para la reflexión, el objetivo que debe tener cada museo del mundo, se planteó durante la actividad.
En el congreso, titulado “El museo tras bastidores”, estaban museólogos, propietarios de museos, historiadores, antropólogos, conservacionistas y demás personas vinculadas a la Red de Centros de Visitantes y Museos de la Región Interoceánica de Panamá, conformada por unas 30 entidades especializadas en exhibiciones. Se desarrolló hace unos días en Ciudad del Saber.
De una de las presentaciones (“Planear un museo con la mente en el corazón del visitante”) se encargó Lidia Mestre de Valencia, intérprete patrimonial y desarrolladora de planes interpretativos para exposiciones y museos, y empezó compartiendo una anécdota: hace años, en Argentina, visitó Glaciarium, el Museo del Hielo Patagónico, una imponente estructura con un recorrido abrumador del que solo recuerda con claridad información de un insecto que es capaz de sobrevivir en condiciones extremas; y unos días después fue al pequeño Centro de Interpretación Histórica El Calafate, también en la Patagonia, en el que disfrutó de una propuesta con orden y aprendió más sobre la Masacre de la Patagonia y el fusilamiento de mil 500 obreros en 1921.
Entonces, ¿quién le otorga el valor a las piezas y objetos de un museo?, planteó Mestre de Valencia. Los visitantes, respondió.
¿Por qué hay personas que se detienen en un punto de la muestra y otros no? ¿Por qué algunos empiezan por el final de un recorrido planeado con perfecto orden? ¿Por qué otros se sientan en una silla que es parte de la colección? Por esto y más, es vital para un museo o centro de exhibiciones conocer al público y sus cambios. A algunos les gusta leer mucho, a otros muy poco. Unos se conforman con apreciar y hay quienes quieren tocar. Los museos deben tener un poco para todos, apuntó la expositora. No es sencillo, pero es el camino en el que se debe transitar, resumió.
“Herramientas digitales para administrar colecciones”, “El proyecto de conservación y restauración: experiencia del museo del Patronato de Panamá Viejo”, “Museo de la Ciudad” y “¡Ubícate! - Biomuseo”, fueron otras presentaciones del congreso que se efectuó por primera vez en 2016.
Las metas
Creada en 2008, la Red de Centros de Visitantes y Museos de la Región Interoceánica de Panamá organiza el Congreso Panameño de Educación y Museos, con el fin de fortalecer la labor de los museos a través de un espacio de intercambio de conocimientos y experiencias, comparte Amanda Destro, directora de la red y propietaria del Museo de Botones Destro.
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