Un niño puede tener un amiguito imaginario y no ser mal visto en el plano psicológico, pero cuando se trata de un amiguito ‘anónimo’ frente a la pantalla de la computadora o del teléfono móvil, las alarmas se encienden. Y es que la modalidad de mantenerse conectados a las tecnologías ha propiciado la aparición de personas inescrupulosas que buscan infiltrarse en la vida de los menores, para obtener algún beneficio sexual, con consecuencias desastrosas para la víctima.
Los estudiosos lo han denominado “grooming en línea”, que se traduce como abuso sexual en línea, uno de los riesgos para los menores, quienes ignoran a menudo que sus conversaciones sostenidas, ya sea por medio de chats o redes sociales no siempre son con chicos contemporáneos, sino con adultos-especialistas en seducción -que se hacen pasar por menores con cuentas falsas, para ganar confianza a largo plazo hasta solicitar el traspaso de fotografías al desnudo, y por último, concretar un encuentro sexual.
La manipulación de estos colectivos, organizados hacia los niños, niñas y adolescentes, es más agresiva, en primera instancia en los grupos de edades entre 11 a 15 años y, su segundo grupo de víctimas son aquellos entre las edades de 7 a 10 años, de acuerdo con una encuesta realizada en 2014 por ESET Latinoamérica, organismo encargado de dar soluciones de seguridad informática en más de 180 países en el mundo. Sin embargo, la especialista en protección de la Oficina Regional de Plan International, Lyda Guarin Martínez, advierte que recientes estudios indican que las víctimas de grooming- o abuso sexual en línea- están por debajo de las edades mencionadas a juzgar por imágenes de infantes encontradas por los investigadores de Inhope, una organización responsable de rastrear y bloquear webs con contenido de pornografía infantil en 45 países.
“Las nuevas tecnologías han traído nuevas formas de exposición y riesgos para niños y niñas como lo es el grooming” , reafirma Guarin Martínez a la vez que plantea como herramientas de combate la información oportuna y el acompañamiento o vigilamiento familiar adecuado hacia el infante.