En el área de las playas del Pacífico hay una joya que, en mi opinión, está siendo desaprovechada por los miles de panameños y extranjeros que pasamos nuestros fines de semana disfrutando las cálidas aguas de este bello litoral.
Se trata del Mercado de Mariscos de Río Hato, ubicado sobre la Carretera Interamericana, justo antes de la pista del Aeropuerto de Río Hato. Suelo visitarlo de tiempo en tiempo, especialmente durante los fines de semanas largos, para abastecerme de sus productos.
Para mí, hay pocas cosas tan exquisitas como comer pescados y mariscos frescos, que no hayan conocido el interior de un congelador, solo el frío de una cama de hielo durante una pocas horas entre su pesca y mi cocina.
Entre mar y hortaliza
Ubicado en una amplia y muy ventilada estructura, detrás de una gran área de estacionamiento, este mercado está a 30 minutos de Coronado, viniendo del este, y a 10 minutos de Playa Blanca y Buenaventura, viniendo del oeste.
Entre estos dos puntos están un gran número de comunidades playeras y campestres que se pudieran beneficiar de su abundante oferta.
Trato de llegar lo más cercano a su hora de apertura de las 8:00 a.m., para aprovechar el frescor de la mañana y para poder preparar mis compras al mediodía mientras mantienen su frescura.
Llama la atención la limpieza y la claridad del local, cuyos olores fluctúan entre mar y hortaliza, dependiendo de dónde se encuentre uno, pues no solo existen los puestos de pescados y mariscos, sino también los de verduras y frutas.
Entrando por el portal derecho del edificio están los puestos de pescados y mariscos. De un lado del pasillo se encuentran los productos frescos, y del otro lado se ubican los productos elaborados, como los ceviches, salpicones, chichas, etc.
Los productos frescos se exhiben sobre unas mesas, que en realidad son unas tinas poco profundas y rellenas de hielo, donde el producto se mantiene fresco y al alcance de los visitantes, quienes los pueden examinar y oler para comprobar su frescura. Los productos elaborados, por su lado, están envasados en contenedores de diferentes tamaños y se mantienen refrigerados en neveras comerciales.
Amplia variedad
Con el tiempo uno se va familiarizando con los puestos y va conociendo quién se “especializa” en qué producto, pues la variedad es amplia.
Dependiendo del día, casi siempre, se consiguen mariscos tales como langostas, langostinos, pulpos, calamares, almejas y mejillones, entre otros. De pescados hay los conocidos y populares pargo, corvina, mero y robalo. También se consiguen el delicado lenguado, el delicioso bojalá de aguas profundas, la guabina muy perseguida por los restaurantes chinos del área, y otras especies como la cojinoa y el bobo.
Detrás de los mostradores están las amables dependientes, muy dispuestas a atender las preguntas que uno pueda tener. Uno selecciona los pescados o mariscos que quiere y las dependientes los van colocando sobre una pesa colgante, cerca del tablero donde anuncian sus productos con sus respectivos precios por peso. Preguntan cómo quiere uno los pescados, si enteros, en filetes, o en presas. Por lo general, yo los pido en filetes y la dependiente procede a limpiar y filetear los pescados con una pericia envidiable. Una joven dependiente me comentó que, viniendo de una familia de pescadores, ella prácticamente creció limpiando y fileteando pescado. “Lo puedo hacer hasta con los ojos cerrados”, me comentó con una sonrisa. Preguntan si uno se quiere llevar los huesos y las cabezas, pues son ingredientes claves para el que quiere preparar un caldo de pescado como fondo para una rica paella o sopa de mariscos. Y si eres curioso, les puedes pedir sus recetas favoritas para los distintos pescados y mariscos.
Coloco mis compras en una hielera portátil que llevo para mantener el producto fresco y me asomo a los puestos de ceviches y salpicones para ver qué me provoca. Se pueden comprar en copitas para comérselas ahí, pero a esa hora de la mañana prefiero comprarme un cuarto de galón para consumirlo entre familia y amigos luego en el día, acompañado por una cerveza helada.
No solo mariscos
Aunque su nombre lo designa como un mercado de mariscos, no menos importantes son los productos de hortaliza y frutales que se encuentran ahí.
Estos puestos están al otro extremo del pasillo, o entrando por el portal izquierdo del edificio. Varios puestos despliegan una gran y sorprendente variedad de productos. Dependiendo de la temporada, se encuentran naranjas, melones, papaya, sandía, mandarinas, limones, plátano, yuca, ñame, etc. Hay variedades de tomates, cebollas, berenjenas, zucchini, remolachas, pimentones, ajíes, cebollina, papas, entre otras verduras. Igualmente hay una variedad de lechugas listas para preparar las más ricas y frescas ensaladas.
En estos días me tropecé con unas hojas de mostaza, conocidas también como bok choi, las cuales se las eché a una sopa de pollo con fideos chinos que preparé ese día, dándole otra dimensión a la sopa.
En fin, el Mercado de Mariscos de Río Hato ofrece una magnífica oportunidad para que practiquemos la cocina de mar a mesa, y de finca a mesa. Los productos son frescos, de excelente calidad y de origen local. El servicio es eficiente y amable. Se contribuye a fortalecer a los pescadores y productores del área, asegurando la sostenibilidad de esta fuente de alimentos. Es, sin duda alguna, una situación de ganar-ganar. ¡Aprovechémosla!
Tips para comprobar el frescor del pescado
-La piel debe estar brillante y las escamas bien prendidas a la piel. La textura debe ser firme al tacto.
-El pescado debe oler levemente a mar, y no a pescado.
-Los ojos deben sobresalir, brillar y lucir cristalinos; nada de hundidos y opacos.
-Las agallas deben estar de color rojo vivo o rosado intenso.