Las únicas barreras que se impone Cuquita Arias de Calvo son las fronteras naturales de nuestra patria con el restaurante SalSiPuedes, del hotel Bristol.
Con su habitual panache, transforma platos de usanza diaria y nos da manjares familiares, pero con algo extra.
Ahora, además de la combinación de sabores que la caracteriza, está utilizando el color como componente visual, desde un borde de oro que trajo un mojito con agua de pipa hasta la pintura de un verde brillante (wasabi) que trajeron unas colitas de cocodrilo.
Hubiesen estado deliciosas con su saborcillo agridulce, excepto que a alguien en la cocina se le fue la mano en picante y estuve a punto de pedir helado de postre.
Pero debo confesar que el carpaccio de portobelo logró una textura tan aterciopelada en boca, que pronto olvidé al tío caimán.
Probamos unos medallones de langosta fríos que venían en una vinagreta caldosa, de cinco hierbas, con escabeche de guandú e higos caramelizados.
Me quedé con las ganas de probar el tartar de atún, porque preferí un atún en tucos que vi entre los platos fuertes. Habiendo pasado a estos, el antedicho “Atún pasisón” vino con uno de los ingredientes que mejor dupleta le hacen en mi opinión, que es el ajonjolí con que venía sellado.
Trajo además una salsista deliciosa de maracuyá y coco, y un ingrediente decorativo, un cristal de glucosa dulzón pero que no me atreví a morder, ya que no quería rajarme una muela. Es, como explico, decorativo.
Pasé de la entraña, a la que le tenía ganas, por probar un exquisito tasajo de ternera lechal, ahumado en leche de nance, con una salsa atomatada, y un toquecito de chorizo y curry. Viene con arroz con coco y patacones, y la presentación es muy bonita.
Las hamburguesas también me llamaron la atención porque son de Black Angus, pero también pasé para no ser, junto a mi RdT, unas cerdas y en vez pedimos una bandeja de chowmein para compartir, con gallina, macarrones chinos, crocantes de wantón, jengibre, vegetales, shiitakes, y todo lo que debe llevar cualquier arroz chino-panameño que se aprecie.
Para postre, te traen un “arbolito de dulcecitos” en el que nada más falta Santa, porque puedes elegir de copitas con varios tipos de postrecitos: Baked Alaska, cuatro leches, crocante de café (delicioso), además de postres de tamaño completo como un cheesecake de Ferrero Rocher con salsa de caramelo con ron que estuvo sublime.
No pudimos evitar pedir la canasta de churros para disfrutar junto con un capuccino delicioso. Dixit.