La subida del nivel del mar condenará a centenares de millones de personas en el mundo a un exilio sin esperanza de regreso, convirtiéndose en refugiados climáticos en busca de tierra de acogida.
Desde las islas del Pacífico al Delta del Ganges, unos 280 millones de personas podrían perder sus hogares incluso si se lograra limitar el calentamiento del planeta a +2 ºC respecto a la era preindustrial, según el borrador de un informe de expertos climáticos de la ONU obtenido en agosto por la AFP.
Ya con un mundo a +2 ºC, en el que los casquetes polares seguirán derritiéndose, la subida del nivel del mar será de “más de 4.5 metros, probablemente 6 metros”, si bien los expertos ignoran cuándo esto ocurrirá, explica Ben Strauss, director del instituto de investigación Climate Central.
“Eso es suficiente para borrar del mapa la mayoría de las ciudades costeras”, agrega este investigador estadounidense.
Según las proyecciones, el 31% de la población de Hong Kong podría hallarse bajo el agua, así como el 39% de Shanghái, el 27% de Bombay, el 24% de Calcuta, el 92% de Ámsterdam, el 42% de Bangkok y el 43% de Miami.
Ahí donde se dispondrá de los medios técnicos y financieros necesarios, será posible evitar la sumersión. Nueva York por ejemplo prevé obras de protección por un coste de varios miles de millones de dólares.
“Deberán construirse diques cada vez más altos”, pero ‘¿realmente queremos vivir en el fondo de una palangana? ¿Y a qué profundidad?”, se pregunta Strauss.
“En caso de megatormenta o si alguien pone una bomba... cuanto más profunda es la palangana más rápidamente se llena”.
Algunas comunidades, especialmente en las regiones polares, corren el riesgo de “alcanzar el límite de adaptación mucho antes de finales de siglo”, y algunos Estados insulares podrían volverse “inhabitables”, según el proyecto de informe de la ONU examinado en Mónaco desde ayer.
Esta última previsión podría realizarse rápidamente. Según un estudio publicado en 2018 en la revista Science Advances, la mayoría de atolones tropicales serán inhabitables para 2050. No porque habrán desaparecido bajo el agua -lo que no debería producirse antes de 2100 o 2150-, sino porque la frecuencia de las inundaciones marinas puede provocar la contaminación del agua potable.
Frente a este panorama “muchos gobiernos de pequeños Estados insulares se hallan en un dilema”, según François Gemenne, especialista en geopolítica ambiental de la Universidad de Lieja (Bélgica).
Y aunque estos movimientos de población serán principalmente internos, según los expertos, también serán dificultosos.