Los niños separados de sus familias por las políticas migratorias del gobierno de Donald Trump están sufriendo tanto estrés que el daño psicológico les podría durar toda la vida, dicen expertos.
Un adversidad sufrida en los primeros años de vida podría causar “un estrés tóxico” causante de graves problemas físicos y psicológicos. El estrés es una respuesta normal hacia una circunstancia amenazante, en la que el cerebro envía señales de “luchar o huir”. Las hormonas y sustancias liberadas por el cerebro aumentan el ritmo cardiaco, la presión arterial, el nivel de alerta y el nivel de energía. Los niveles bajan una vez pasada la adversidad. Sin embargo, cuando la amenaza perdura -como cuando ocurre en guerras, pobreza, hambruna, desastres naturales, conflictos familiares o violencia callejera- el organismo se mantiene estresado, lo que provoca ansiedad, problemas de conducta, trastornos digestivos, insomnio y otros problemas físicos y psicológicos.
Los expertos coinciden en que el contacto con un adulto amable y protector puede ayudar a un menor a tolerar el estrés y reducir la probabilidad de que los daños psicológicos sean duraderos. Un estudio reciente, efectuado a familias que viven en pobreza, en Estados Unidos, demostró que los niños pequeños, con buenas relaciones con sus padres, tenían menores niveles de estrés al llegar a la clínica para una vacuna, comparado con pequeños que no tenían esa relación. Los científicos creen que el estrés prolongado, particularmente en ausencia de un adulto protector, deja elevados los agentes inflamatorios, aumentando el riesgo de enfermedades cardiacas, diabetes y otros problemas de salud.

No hay consenso general, pero algunos estudios han demostrado que el estrés prolongado es capaz de alterar regiones del cerebro que inciden en las emociones y la conducta. Las tomografías han demostrado que esas regiones son más pequeñas en niños traumatizados.
Charles Nelson, un neurólogo de la Universidad de Harvard, dice que los niños menores de 3 años, cuyos cerebros están en plena etapa formativa, son los que están bajo mayor riesgo de los efectos nocivos del estrés.
En las tomografías que tomó de niños huérfanos, en Rumania, se demostró que los que estaban en edad escolar, que habían sido enviados a vivir con familias adoptivas, tenían menos materia gris, que los que fueron enviados antes de los 2 años.
Los niños centroamericanos que han estado llegando a la frontera sur de Estados Unidos, los últimos días, ya han sufrido traumas como el de tener que abandonar su hogar, o posiblemente violencia o amenazas, además del arduo viaje hacia Estados Unidos, dijo Nelson. “Ello podría aumentar su susceptibilidad cuando son separados de sus padres en la frontera”, recalcó.
En 2017, un año antes de la política de separaciones familiares implementada en Estados Unidos, la Academia de Pediatría recomendó al gobierno no colocar a niños migrantes en centros de detención, afirmando que necesitan tratamiento y atención “para asegurar su bienestar”.
