El estilo de vida puede pesar más que la misma genética.
Esto ha sido parte de la esencia de los resultados que ha reflejado una reciente investigación efectuada por científicos del Massachusetts General Hospital, en Boston, Estados Unidos, y que fue publicada en The New England Journal of Medicine.
El megaanálisis titulado “Genetic Risk, Adherence to a Healthy Lifestyle, and Coronary Disease” señaló entre sus conclusiones que vivir de forma sana puede ayudar a reducir los riesgos genéticos para desarrollar una enfermedad cardiovascular y, por lo tanto, evitar sufrir un infarto o un ictus. Dichos males pueden venir condicionados en una persona por su propio ADN.
Para llegar a tal conclusión, los científicos tomaron en cuenta cuatro estudios que reunieron tanto factores de estilo de vida como genéticos de un total de 55 mil 685 participantes.
La conclusión: la población que tuvo una elevada predisposición genética a desarrollar una enfermedad cardiovascular redujo en 50% de los casos su riesgo de infarto o de pasar un episodio de muerte súbita con solo adaptar un estilo de vida saludable.
En otras palabras, el análisis encontró que aquellos sujetos que llevaron un estilo de vida sano —quienes excluyeron el consumo de productos de tabaco, que controlaron su peso y que hicieron actividad física de forma regular— redujeron a la mitad las probabilidades de padecer un ataque cardíaco o un evento similar.
Para el médico y genetista humano Sekar Kathiresan, director del Center for Human Genetic Research, del nosocomio estadounidense, “el mensaje central de nuestro estudio es que el ADN no es ‘el destino’. Muchos individuos —algunos médicos y otros miembros del público general— han considerado que el riesgo genético es inevitable, pero que el riesgo a padecer un ataque cardíaco no se presenta en este caso [si se mantiene una vida saludable]”.
Así lo manifestó el investigador en el ámbito de la reunión anual de la American Heart Association (en Nueva Orleans, Estados Unidos, en noviembre pasado), mientras presentaba los resultados del estudio.
Tener un gen asociado a una enfermedad no es una sentencia, explica la doctora en genética del envejecimiento Yila de la Guardia, bióloga e investigadora clínica del Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología.
“Lo importante de saber si uno es portador de algún gen asociado a enfermedad es poder cambiar el estilo de vida para disminuir el riesgo de que la enfermedad se desarrolle. ¡Tal como encontraron en este estudio!”, reflexiona la científica.
VEA: A mejores hábitos, vida más larga