Fue un miércoles de 1926. El 12 de mayo. Fueron 18 socios. Uno de ellos, el expresidente Belisario Porras. Eran fervientes animadores de la república naciente.
La Real Academia Española anunció la aceptación, por cablegrama, de la panameña como su correspondiente. Lo suscribió Emilio Cotarelo, secretario de la RAE. En 2026, dentro de cinco años, se cumplirá el centenario de fundación de la Academia Panameña de la Lengua (APL).
En los 4 meses anteriores, fueron sentadas las bases de una de las más antiguas entidades republicanas: la Academia Panameña de la Lengua. Estuvieron presentes desde la hora cero: Guillermo Andreve, Jeptha B. Duncan, Octavio Méndez Pereira, Ricardo Miró, Eusebio Morales, José Dolores Moscote, Nicolás Victoria Jaén… Solo varones en la fundación. Solo han ingresado 7 mujeres de los 67 académicos numerarios. La primera, la autora de Ñatore Mai, María Olimpia de Obaldía.
Letras del alfabeto
El puesto es vitalicio.
Al fundarse, la A le fue otorgada al abogado e historiador Samuel Lewis García de Paredes, director fundador. Tenía 55 años y la ocupó 13, hasta los 68, cuando falleció.
Le sucedieron el abogado y columnista José Isaac Fábrega, y la poetisa y profesora Stella Sierra. Hoy la ocupa el abogado y político Mario Galindo.
La O. En los inicios, perteneció al expresidente Belisario Porras. Le sucedieron los periodistas y escritores Gil Blas Tejeira y Leonidas Escobar, y la profesora Berna de Burrell. Hoy la ocupa la profesora y comunicadora Emma Gómez.
De los 10 directores, tres son mujeres: Elsie Alvarado, Berna de Burrell y Margarita Vásquez.
Dos expresidentes han estado al frente de la Academia: Ernesto de la Guardia y Aristides Royo, director presente.
La relación que se establece es similar a aquella que la Academia Española mantenía desde 1871 con las academias de Colombia, Ecuador, México, Chile, El Salvador, Venezuela y Guatemala. Tres años antes se había fundado la tica. El objetivo mayor: velar por el buen uso y crecimiento de la lengua española.
Encomendado por la RAE, Pedro Fabo, sacerdote agustino recoleto, se desplazó desde Manizales a esta ciudad y el 30 de diciembre convocó –en la noche y en la sala de espera del entonces Meduca, próximo al Palacio de Las Garzas-, a los patriarcas de las letras para que crearan una organización con un objetivo común a aquella instituida dos siglos antes en España.
Fabo había sido misionero en España y Colombia. Era dinámico y multifacético y con experiencia cultural en la vecina república por 5 lustros, durante los cuales escribió sobre idiomas y etnografías.
Es la voz panameña ante la RAE y la ASALE (Asociación de Academias de la Lengua, creada en 1951 en México), que desarrollan y actualizan diccionarios, y llevan a cabo tareas por la unidad del español estándar y para enriquecer el ámbito lingüístico y cultural del espacio hispánico.
En el terreno local, se ha establecido un programa de seminarios, círculos de lectura, cine foro y la publicación de clásicos, como los cuentos completos de José Sánchez, literatura de Tobías Díaz, Diógenes De La Rosa y Stella Sierra (Ver aplengua.org.pa).
Tarea esencial, en el marco de la lengua estándar, es conjugar la expresión a la panameña con la legítima y beneficiosa unidad de la lengua, una de las más habladas: 400 millones la tienen como lengua materna y más de 150 millones como segunda o tercera lengua. En esa situación, solo el mandarín vence.
La Casona
En los años sesenta, se concretó la compra por 75 mil balboas de la vivienda que es su sede desde el 17 de octubre de 1969, cuando fue inaugurada por autoridades oficiales y académicos. Pronunciaron discursos el ministro de Educación, Roger Decerega, y el director honorario de la Academia y fundador, Ricardo Alfaro. Dos semanas después, se desarrolló un acto académico en el salón de actos, en el que intervinieron Decerega y el director, Baltazar Isaza Calderón. Se entregó certificados de académicos correspondientes a a Lola Collante de Tapia y el filósofo Diego Domínguez Caballero.
Localizada entre calles 50 y Manuel María Icaza, la vivienda fue construida en 1946, perteneció a la familia Jiménez de Roux, y conserva los rasgos de la arquitectura de los primeros 30 años del siglo XX.
En 1962, el Estado ratificó el convenio que creó la ASALE, que formalizó la reunión de las academias de la lengua española. A la veintena de academias se unió en 2013 la Ecuatoguineana, plaza de lengua española en África.