La aplicación del FBI que permitió detener a 800 delincuentes en todo el mundo fue el resultado de una idea brillante y una proeza tecnológica, que sin embargo no habría funcionado sin un importante trabajo de infiltración.
Durante tres años se distribuyeron entre delincuentes de todo tipo cerca de 12 mil teléfonos con una aplicación de mensajería administrada en secreto por el FBI, según cifras de la policía federal estadounidense, la agencia policial europea Europol y varios países.
La aplicación, llamada ANOM, permitía a la policía leer directamente las conversaciones que los sospechosos creían encriptadas.
“No es un engaño ordinario” sino una muestra de “cómo las operaciones encubiertas en la lucha contra el crimen organizado son fundamentales”, dijo a la AFP Vanda Felbab-Brown, analista de la Brookings Institution de Estados Unidos.
Desarrollar ese “espía” fue una buena idea pero luego hubo que distribuirlo sin levantar sospechas. “No me imagino una operación así en México“, dice la analista, “habría un enorme riesgo de que se viera comprometida por funcionarios corruptos”.
En 2018, la infiltración del FBI en los sistemas de comunicación encriptados Phantom Secure y “Sky Global había permitido el acceso a las comunicaciones de decenas de miles de usuarios, entre ellos grandes nombres del crimen organizado.
El cierre de esas plataformas creó un vacío que el FBI quiso llenar con su propio sistema, ANOM. Una “fuente humana confidencial” no identificada lo diseñó y aceptó difundirlo en el mercado negro. El boca a boca hizo el resto.
Tres años después, la operación llevó a 800 detenciones, 700 lugares registrados, y la incautación de 8 toneladas de cocaína y 22 de cannabis, así como 250 armas de fuego y más de 48 millones de dólares.
El impacto de este golpe al crimen organizado es también psicológico. “Infunde mucha inseguridad en las altas esferas de los grupos, que desconfiarán unos de otros“, afirma Flebab-Brown.
“Cada vez que las autoridades consiguen sembrar la desconfianza, dificultar la cooperación, es una victoria táctica importante.”
Por esos los observadores prevén ahora cierta tensión. ¿Cómo se comunicarán las bandas? ¿Se verán tentadas por el contacto físico, muy arriesgado? ¿Se ralentizará la actividad? ¿Surgirá un nuevo sistema de mensajería encriptada?
“Imagino que mucha gente están rompiendo sus teléfonos y escondiéndose”, dice Bryce Pardo, del centro de estudios RAND de Washington.
“Es la primera vez que las fuerzas del orden diseñan y despliegan su propio servicio de comunicación encriptada. Y solo eso podría disuadir a otros grupos delictivos de utilizar servicios similares. ¿Cómo se puede confiar en ellos?”, se pregunta.
La operación también tendrá repercusiones los próximos meses, incluso dentro de las organizaciones que se libraron de la operación y que pueden intentar aprovecharse de ella.
“Esto abre la posibilidad de que se produzcan cambios significativos en el panorama criminal mundial”, afirma Jake Harrington, especialista en inteligencia del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS).
“Los grupos rivales que no participan podrían intentar sacar provecho, lo que podría alterar el equilibrio del mercado”, añade Bryce Pardo.
Según Vanda Felbab-Brown, el futuro de la lucha contra el crimen mezclará “tecnologías ultramodernas con métodos primitivos”. “El juego del gato y el ratón todavía no terminó.”