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SABOR EMBLEMáTICO

Los vinos de altura de Bolivia están a la conquista del mercado mundial

Los vinos de altura de Bolivia están a la conquista del mercado mundial
Los vinos de altura de Bolivia están a la conquista del mercado mundial

Desde unos valles a más de mil 800 metros de altitud, en el extremo sur de Bolivia, el aroma de los vinos de altura está despegando a la conquista de los mercados de ultramar y a seducir a sommeliers del mundo.

Deslumbrada por el maridaje de un vino riesling con carne amazónica, quinua andina y hierbas exóticas, la sommelier Susan McCraith no esconde su sorpresa en un hotel cinco estrellas, junto a diez colegas del instituto Masters of Wine, mientras degusta un casi desconocido vino de altura. Este riesling “es bastante poderoso al paladar”, y esos sabores frutales “cargan el sabor del finish, y ese finish es largo, lo cual es una buena señal de un buen vino”, resume esta experta británica.

Aunque la viticultura en Bolivia es pequeña, con apenas 4 mil hectáreas, tiene mucha potencialidad.

“No hay razón para sentirse inferiores a los hermanos mayores vecinos, Argentina y Chile”, dictamina el sommelier holandés Cees van Casteren, que llegó a Bolivia para recorrer la ruta del vino.

Son, sobre todo, los tintos tannat los que concitan la atención, más cuando uno de ellos “obtuvo el segundo lugar con un vino que cuesta 50 dólares frente a un vino francés de 150”, comenta Van Casteren.

“No considero que sea necesario ir a Francia para degustar un buen vino”, afirma Van Casteren.

Anécdota

La industrialización del vino de altura tiene un toque anecdótico: comenzó cuando el empresario boliviano Julio Kholbert constató que el vino elaborado por el cura franciscano Pedro Pacciardi surtía un efecto benéfico para sus problemas gástricos.

Así, en 1963, optó por elaborar su propio vino primero de manera artesanal y una década después, proyectarlo al mercado nacional e internacional. Además de Kholbert, otras bodegas surgieron en Tarija, entre los mil 800 y 2 mil 400 metros, todos con su peculiar sabor y aroma de altura.

En 2017, Campos de Solana obtuvo la medalla de oro en el Concurso Internacional de Bruselas “con un vino de cepa petit verdot de 24 meses de guarda en barricas de roble francés”, según el gerente de la bodega, Pablo Granier.

Un año antes, un tannat de esa bodega fue elegido como el mejor tinto de América del Sur y Central por la revista británica Decanter.

Otra bodega, Aranjuez, pionera en la elaboración del tannat, logró en 2016 un galardón en Uruguay, país que puede considerarse una potencia en el cultivo de ese vino varietal.

La “ruta del vino” boliviano lleva a un licor casi desconocido internacionalmente: el singani. De la mano del alemán Franz Kuhlmann se estableció en 1930 la bodega de singani, un aguardiente de uva, la bebida emblemática de Bolivia.

Premiada por el Congreso boliviano, la bodega Kuhlmann, además de su singani Los Parrales, que tiene como mercados a Alemania y Suiza, produce el primer vino espumante boliviano, Altosama, con cepas moscatel de Alejandría, cultivadas a mil 800 metros de altitud.


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