Desde que en 1988 publicara Los versos satánicos y un ayatolá de nombre Jomeini pusiera precio a su cabeza, Salman Rushdie ha vivido con la sombra de la amenaza, un peligro que, según aseguró en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, no ha afectado a su literatura.
“Hay material del que yo jamás me hubiera enterado si esas circunstancias no me hubieran pasado, pero el contenido de mi obra es consistente y en eso me enorgullezco porque fue un esfuerzo de mi parte lograrlo”, dijo el escritor británico.
Así, pese a las amenazas y a pasar años escribiendo prácticamente en la clandestinidad, siempre intentó“seguir siendo el tipo de escritor que yo siempre había sido y no dejarme desviar por eso” porque “yo no quería empezar a escribir libros asustados sobre venganza, quería seguir escribiendo mis libros”.
Si uno no hubiera escuchado nada de su vida, asegura Rushdie, y se encontrara un anaquel lleno de sus libros “no creo que pensaran que algo le sucedió al autor”, ya que “mis libros tienen su propia trayectoria”, dijo.
Rushdie inauguró el tradicional Salón Literario Carlos Fuentes de esta feria que visitó hace dos décadas, en las épocas más duras de su persecución. En la FIL hará una presentación hoy martes de su última obra, Dos años, ocho meses y veintiocho noches que en total suman las mil y una noches de Sherezade, un personaje que estuvo muy presente en su discurso magistral, en el que abogó por un rescate de la fantasía. En un mundo en el que la tradición realista acaba en repetición, la fantasía y la imaginación son fórmulas para innovar. “La tradición realista está destinada a una interminable repetición. Si buscamos la innovación, lo nuevo, lo novedoso, debemos girar hacia el irrealismo y su manera de abordar la vida”, dijo.