Hasta hace 19 días, ocho artistas trabajaban en casa; sus obras no pasaban de ser una apreciación distante de un reducido círculo familiar.
Ellos mismos no se atrevían a autodenominarse artistas porque la mayoría no había tenido la oportunidad para hacerlo. Sus trabajos se repartían desde sus cuentas personales en redes sociales, pero no llegaban a las galerías y sus nombres estaban ausentes en listados de colectivos afines al arte. Sin embargo, sin pisar la academia, ellos son capaces de construir sus propias formas de expresión, algunos son personas con síndrome de Down o con trastorno del espectro autista, descubriendo de manera autodidacta novedosas formas de domar el pincel, así como otras expresiones atribuidas al arte contemporáneo.
Desde esos casi 19 días, también sus obras han tomado un valor inesperado, con su incorporación a un laboratorio artístico denominado “En una papa”.
Ahora sus creaciones son vistas con ojos más abiertos al estudio de la técnica individual: curadores de arte, críticos experimentados y, por supuesto, artistas de la escena, se congregan tres veces por semana para profundizar en la maravilla que surge en la espontaneidad del ser humano y del intercambio de ideas.
Ha sido Pilar Moreno la abanderada del proyecto de rescate del arte periférico, una psiquiatra y artista multidisciplinaria formada en arteterapia y en psicoanálisis.
Desde enero, Moreno se aventuró a la búsqueda. “El proceso para encontrar a los artistas (en edades de 20 a 30 años), lo estuve haciendo durante meses y los convocamos a través de fundaciones, organizaciones y personas que los conocían. Hice muchas visitas de estudio y también tuvimos sesiones de trabajo para conocer más sobre su proceso, sobre su interés y disponibilidad para participar en una experiencia así”, cuenta la española radicada en Panamá.
Era una propuesta tan inusual que cuando tocó puertas en fundaciones, algunas desestimaron la invitación.
-“¿Artistas aquí?”, y se encogían de hombros.
“El perfil que buscábamos era el de creadores que ya estuvieran produciendo obras, independientemente de los medios con los que estuvieran haciéndolo. Artistas plásticos, en el sentido de que estuvieran desarrollando un lenguaje visual propio”, explica la también experta en collages.
Es así como se integraron al equipo artistas espontáneos, como el pintor Randú Ávila, la pintora Vanessa Bósquez, y Romel Bravo, este último capaz de transformar materiales descartados que habrían de terminar en la basura en automóviles moldeados a escala.
El nombre del proyecto inclusivo evoca a la popular expresión panameña de “estar en la papa”, en referencia a “estar en la fama”. Pero para efectos del proyecto, lo que se busca es lograr la visibilidad de estos artistas olvidados.
Incluso el nombre surgió inspirado en la obra de Manuel Chingui Sacramento, quien suele desvincularse del papel como lienzo y lo reemplaza por el reverso del plywood desechado, para pintar con témpera sus dibujos sobre la superficie irregular y cuadriculada.
Chinguí suele dibujar dentro de la circunferencia del tubérculo, como lo ha hecho pintando un elefante, dándole acentuación a la papa colorida.
“Todos los participantes tienen una producción artística interesante y han encontrado un lenguaje propio para realizar su trabajo”, acota la líder de la iniciativa.
“En un papa”, que se mantiene por medio de los encuentros en el Centro Cultural de España (CCE) hasta agosto, “es un espacio de exploración, trabajo y encuentro en el que colaboran distintos artistas”. En el programa participan aliados: Juan Rodríguez, Joy Carreiro, Donna Conlon, Jonathan Harker, Libertada Rojo, Andrea Santos Bustos, y recientemente el curador hondureño Adán Vallecillo, entre otros.
En laboratorio de creación no hay maestros ni profesores, se trata de un espacio de relación horizontal en el que cada participante está trabajando en su producción y se generan intercambios y aprendizajes mutuos a partir de las relaciones que se están estableciendo, recalca la experta del colectivo de cooperación.
La clausura del programa será fundamentada el 22 de agosto, con una exposición en el CCE a cargo del artista Chingui, curada por Emiliano Valdés, del Museo de Arte Moderno de Medellín, Colombia.
El proyecto es apoyado por Teorética, institución cultural de Costa Rica y uno de los referentes más importantes para el arte con temporáneo en la región, y el CCE a través de becas para los participantes. “En una papa” pretende ser referente para convertirse en un proyecto estable que ayude a la profesionalización y la comercialización del trabajo de estos artistas.