Llega de San Salvador el pintor Santiago Valladares. Trae a Panamá su serie “Cuentos raros” para exhibir la última parada de una obra de 20 años de trayectoria, esta vez con un entorno diferente en los seres que asombran y acompañan al pintor desde un principio.
Valladares tiene 39 años, pero en realidad son muchos más porque dice que su vida es la de una persona acostumbrada a situaciones insólitas. De chico jugaba con sus cuatro hermanos a atrapar unas luces azules del sol sobre la hierba. Fue un noctámbulo y una sombra en las horas de la penumbra. Y es un hombre que cada cierto tiempo tiene una cita con pequeñas monstruosidades, como esa serpiente con piernas parada delante de él y de su esposa en una casa vacía.
“Esta vez he trabajado más la atmósfera, con una mayor profundidad, con una elaboración más pronunciada, y así surgieron las instantáneas de unos personajes que son los de siempre y que ahora se mueven a sus anchas. Es el espacio que estaban buscando ellos”.
El fondo de uno de los cuadros, el más grande de la exhibición, comenta, se proyecta en una lejanía detrás de la figura humana parcialmente trabajada. Y en ese horizonte vasto que quizás sea el silencio en tonos turquesas o grisáceos, va apareciendo una tensión con el espectador que fija también su mirada en el cuerpo de un hombre o de una mujer que son el horror o la inocencia.
Valladares lleva esos personajes a todos sus trabajos. Sabe de antemano que puede contar con ellos. No lo obsesionan los trazos y menos la técnica de los bocetos precedentes para anticipar una figura. “Me meto en la tela sin saber adónde iré a parar, pero sí sé que la elaboración de ese cuadro será el reencuentro con seres invisibles en las paredes, que nadie ve pero que para mí se mueven y a veces me hablan, con las ideas que me asaltan en las madrugadas cuando me despierto de repente”.
La situación social de El Salvador está en “Cuentos raros”, aunque no sea este su motivo existencial. Dice el autor que la serie tiene algo de crítica y pone el ejemplo de Bromas, uno de los lienzos, con dos figuras desnudas, casi pegadas la una detrás de la otra. Una de ellas roza con la mano el rostro de su compañera, pero esa mano tiene la forma de un arma a punto de disparar o que ya descargó el primer tiro.
En otro cuadro aparece una forma comiéndose unos relojes dorados y equivale al consumismo que es un tiempo perdido.
“Soy una persona normal. He tenido una vida feliz. Solo que trabajo con el surrealismo y el realismo mágico”, y hace estremecer a los espectadores, a veces de horror y a veces de inocencia.
“Cuentos raros” a partir de esta noche en Galería Artistry & Co. Calle 54 este Obarrio.