Sobre un cancionero diverso



Patria es la canción con la que más identifican a nuestro país los panameños. Himno nacional alternativo, que se interpreta y se oye por doquier. Incluso más allá de las fronteras. Su autor es Rubén Blades, quien estrena nuevo Grammy. El ala musical del poema proverbial Patria, de la autoría de Ricardo Miró Denis, y que narra, en verso, la emoción patriótica de los años iniciales de la República, la segunda proclamada: la primera fue en 1840, bajo el liderazgo del general Tomás Herrera y que no consiguió fraguar ni ser reconocida por otras naciones. En un sondeo con mis contertulios, el 35% se inclina por Patria como la canción nacional. El tambor de la alegría, de 1918, ocupa el segundo lugar con el 25%. Desplazada de la primacía lograda durante décadas y portaestandarte del tamborito capitalino, que llevó por el extranjero la sin par Silvia De Grasse.

La letra es de Juan Pastor Paredes y la música de la martiniqueña Carmen Lagnon, quien tuvo la iniciativa de componer un tamborito para promocionar su toldo, localizado en calle 12, Santa Ana. (Blandón: ¿por qué no bautiza esa calle con el nombre de esa emblemática señora, quien, además, era de buen guiso?).

El suspiro de una fea está en el tercer puesto. Una música en ritmo de pasillo, que popularizó Tobías Plicet, director e intérprete de conjunto folclórico. La composición es de Vicente Gómez y la letra del poeta Mario Cajar. Es una burla a una ola de suicidios de mujeres acaecida en 1940.

Pedro Navaja, de Blades, e Historia de un amor, de Carlos Eleta, figuran en cuarto lugar, y Enfermo de amor, de Nando Boom, y Luna lunera, de Tony Fergo, el quinto. En 2018, Pedro Navaja, inspirada en la Ópera de los dos centavos, del alemán Bertol Brecht, cumplirá 40 años, mientras que El tambor de la alegría y Pescao, 100 años.

Tanto Pedro Navaja como Historia de un amor son las canciones más conocidas fuera de Panamá y de las que más traducciones hay. De Pedro Navaja ha habido hasta películas, versiones orquestales y satíricas. De Historia de un amor, hay traducciones al japonés, árabe, griego y otras lenguas. Cumplió 60 años y está ratificado que su autor fue Carlos Eleta Almarán. Leyenda urbana ha indicado que fue Chino Hassán el compositor, si bien sus propios hijos garantizan que no fue así.

Fergo es el autor de Luna Lunera y otras 500 composiciones. Prolífico el letrista, escritor y padre de la publicidad a la panameña. Uno de los personajes de la octava novela de Vargas Llosa, ¿Quién mató a Palomino Molero?, la tararea y transcribe la letra en las páginas del texto. A Nando Boom, Don Omar le rasgó el estribillo de Enfermo de amor, portaestandarte del reguetón. ¿Fue alta la cuantía que negociaron? Nando guarda misterio en positivo.

La diversidad reluce: La cocaleca, tamborera (Víctor Cavalli, 1947); Pescao (Chichito Boza/Mari Cajar); Los barcos en la Bahía (Los Mozambiques); Elisa (interpretado por Arcadio Molinar); Amor y control (Blades); La parranda (popurrí organizado por Toby Muñoz); Tìo Caimán: letra de Changmarín; Siembra (Blades); Taboga (Fábrega); Ajé Vicente, Sacúdete, Despacito (Enders/Fonsi). Vampiro abstemio, rock de Peso Neto, de Yigo Sugasti, y My Commander Wife, de Emilio Regueira y Los Rabanes, son mencionados. Ritmos y diversidad son el sello de estas letras y músicas con las que más se identifican los compatriotas.

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