“Hay que ir. No hay que tener miedo”, resume un cocinero de Copenhague. En Dinamarca, al igual que en Italia y en otras partes de Europa y Asia central, los restauradores reabrieron después de dos meses de cierre.
En Copenhague, Eric Poezevara esperaba ansiosamente a los clientes: “El ambiente será un poco extraño. Vamos al restaurante a pasar un buen rato, pero ahora, seguro, la gente estará un poco tensa, nos miraremos diciendo ‘¿la tienes o no?”.
Su restaurante, La educación nacional, podrá acomodar a la mitad de los clientes para cumplir con las regulaciones de salud, que recomiendan un metro de distancia entre las mesas, la provisión de soluciones a base de alcohol y prestar mayor atención a la higiene.
En Italia, los transeúntes parecen reticentes. En el centro histórico de Roma, todos los cafés siguen cerrados, excepto uno, que tiene un “Good Morning, Welcome for Breakfast”. Las mesas están alineadas, pero no hay clientes a la vista.
A unos pasos de ahí, en San Eustachio Il Caffe, el propietario Raimondo Ricci lamenta la falta de clientes. “No hay nadie aquí. Esté abierto o cerrado, es lo mismo”, expresó.
En Albania, además del desinfectante de manos para clientes, los empleados de restaurantes y bares llevan guantes y mascarillas y las mesas deben estar separadas por tres metros, con solo dos personas.
En España, a excepción de Madrid y Barcelona, y en Portugal, los cafés y las terrazas reabren también, al ritmo de la relajación de las restricciones.
