Al leer la palabra “ciencia” el imaginario colectivo tiende a pensar en el investigador de laboratorio que viste bata blanca y que hace estudios orientados al beneficio de la salud de su país o del mundo.
Sin embargo, hay otros profesionales inmersos en el quehacer científico.
Además de las ciencias naturales (como astronomía, biología, química, etc.) y las formales (matemática y lógica), las ciencias sociales también juegan un rol preponderante para la resolución de problemas que aquejan al planeta. Algunas de estas son la ciencia política, derecho, administración, psicología, economía, antropología, entre otras.
No en vano el término “ciencia” viene del latín scientîa, que quiere decir “conocimiento”.
Sobre esto reflexiona —en una entrevista brindada a este diario— el boliviano Diego Salama, oficial de información pública de United Nations University (UNU-MERIT)– Maastricht University, con sede en Holanda, quien brindó la semana pasada un curso en el istmo, junto a colegas que también colaboran con la institución.
El quehacer científico tiene la capacidad de explicar cómo funciona el mundo, y puede generar muchos beneficios para el desarrollo humano, afirma Salama, quien fue el coordinador del seminario “Comunicación de la Ciencia y Periodismo Científico ‘Reach & Turn”.
El mismo se llevó a cabo la semana pasada en Ciudad del Saber. El programa académico fue organizado por UNU-MERIT, y recibió el respaldo económico de la Fundación y de la Secretaría Nacional de Ciencia Tecnología e Innovación. La agenda de trabajo del curso se llevó a cabo en alianza con el Banco Interamericano de Desarrollo, la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, la World Federation of Science Journalists, la Fundación Opinno y otros grupos.
“La ciencia está o debería estar al servicio de la humanidad. Nosotros en Naciones Unidas, un eje fundamental para nuestro trabajo es la seguridad humana y el desarrollo humano, que son conceptos interdependientes pero diferentes. Entonces, si la gente, si la sociedad civil no siente que la ciencia está a su servicio entonces ‘se elitiza’ [se eleva] y se deja de considerar al científico como alguien que tiene algo que decir para el bien de la seguridad y del desarrollo humano; y se le considera un elitista que está gastando la plata de los contribuyentes cuando está investigando en universidades [e instituciones] públicas”, afirma.
En la siguiente página conozca más sobre el peso de la ciencia como alternativa para hallar soluciones a situaciones mundiales.