Columna literaria

Columna literaria
Marco Ponce Adroher, Ela Urriola y Javier Alvarado se encargaron de la edición y recopilación de los textos del libro. Elysée Fernández


La generación del 58, llamada así por la época en que jóvenes estudiantes desarrollaron luchas por reivindicaciones patrióticas, sociales, educativas y humanitarias, ha sido recordada por las manifestaciones en las calles, los muertos y heridos en la tercera semana de mayo de 1958, por las huelgas declaradas por estudiantes del Instituto Nacional y de la Universidad de Panamá, por las acciones guerrilleras desplegadas en el cerro Tute de Veraguas y por la siembra de banderas en la entonces denominada Zona del Canal que contrario a lo que suele aparecer en los medios, fue originada desde las aulas escolares y luego continuada por políticos nacionalistas. El recuerdo de esas huelgas; del pacto universitario con el gobierno para la alternancia de los mandos militares que por supuesto resultó incumplido; de las víctimas como José Manuel Araúz, de apenas 13 años, y de Eduardo Santos Blanco, compañero institutor, es lo que ha prevalecido.

En consecuencia, damos una cálida bienvenida a una publicación titulada Columna Literaria, Una columna para la nación, de la cual han sido compiladores e investigadores Ela Urriola, Javier Alvarado y Marco Ponce Adroher, conocidos y reputados escritores panameños que han ganado varios premios literarios. En el prólogo de la obra se destaca el hecho de que varios de esos jóvenes progresistas de fines de la década de los 50 del siglo pasado, abrazaron luego profesiones relacionadas con las humanidades, tal como lo hicieron Enrique Chuez, Julio César Moreno Davis, Ricardo Ríos Torres, Ornel Urriola Marcucci , infatigables luchadores por la soberanía y la democracia.

El título de esta compilación se deriva de una agrupación que se denominó Columna Literaria, que en la Universidad de Panamá se propuso el fomento de la creación de literatura y que estuvo integrado, al momento de su fundación, por Pedro Rivera, actualmente miembro de la Academia Panameña de la Lengua, José Young, Eligio Salas, César Jaramillo, Ornel E. Urriola, Alexis Robles, Roberto Luzcando, César Young Núñez, Arnoldo Wong y Enrique Chuez. Después se incorporaron Bayard Lerma, Fran Ramiro, Ramón Oviero, Ney Coto Pinzón, Aristides Martínez Ortega, Dimas Lidio Pitty, Moravia Ochoa, Berta Alicia Peralta, Griselda López, Roberto Luzcando, Ramiro Ochoa, Benjamín Ramón y otros. Aceptaban, como ellos señalaban, estarcidos, papel, grapas, dinero y mecanografía y afirmaban que no deseaban vender su Columna.

Si algo caracteriza a esa generación, algunos de cuyos miembros ya no están, es que produjo literatura de protesta, casi siempre contra los gobiernos por excesos que desembocaron en la muerte de Juan Navas Pájaro y Rodolfo Aguilar Delgado, por las reacciones de la fuerza pública ante las protestas de la juventud, por la ausencia de una política internacional progresista, digna y valiente, por las elecciones en las que se adulteraban los resultados con tal de favorecer a los candidatos apoyados por quienes ejercían el poder y en general por gobiernos que actuaban de manera contraria a las aspiraciones del pueblo. En varias ocasiones he señalado la importancia de que los panameños conozcan su historia con el fin de evitar la repetición de errores políticos del pasado y lograr que gracias a esos conocimientos procuremos avanzar en la consolidación de un país mejor a sabiendas de que tenemos las condiciones necesarias para ser uno de los países más desarrollados del hemisferio. Para ello será necesario avanzar en la educación mediante un mejoramiento constante en la formación de los educadores para que éstos a su vez puedan preparar a los educandos que luego servirán al país.

Muchas de las conquistas que se han conseguido en nuestro pequeño país, obedecen al idealismo surgido de las huestes estudiantiles. Así ocurrió en el rechazo al Tratado Filós-Hines en diciembre de 1947, así también en los Tratados Torrijos Carter en cuyas negociaciones participaron profesionales que previamente fueron parte de esa generación de 1958 a la que tanto le debe nuestra nación.

El autor es director de la Academia Panameña de la Lengua


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