Pájaros cantando a todo pulmón, jabalíes caminando por la ciudad y delfines de regreso en las costas. El confinamiento ha dado vía libre a los animales, que disfrutan de la calma.
En los primeros días del confinamiento por el coronavirus, los habitantes de las grandes ciudades redescubrieron el canto de los pájaros. Se vieron jabalíes en Barcelona y a un puma silvestre deambulando por las calles desiertas de Santiago de Chile.
Con la brutal caída de la presencia humana en las calles, los animales salvajes urbanos “tienen vía libre para pasear por las ciudades”, dice a la AFP Romain Julliard, director de investigación del Museo Nacional de Historia Natural de París.
Cita el ejemplo de los zorros. Estos animales “cambian su comportamiento muy rápidamente, cuando un espacio está tranquilo, van”, señala.
En cuanto a los pájaros, no es que haya más, sino que ahora se los puede escuchar cantar, explica Jérôme Sueur, especialista en acústica del Museo Nacional de Historia Natural.
Las gaviotas de cabeza negra, que anidan en los bancos de arena del río Loira, en Francia, suelen ser perturbadas en tiempo normal. Pero ya no hay más caminantes, ni perros, ni canoas. Tampoco hay curiosos que molesten a los cervatillos.
En el Parque Nacional de las Calanques, cerca de Marsella, cerrado al público por el confinamiento, “la naturaleza y los animales están regresando a sus espacios naturales a una velocidad sorprendente”, dice su presidente Didier Réault.
Lo mismo ocurre con las plantas. Las orquídeas salvajes crecen a finales de abril/principios de mayo y a veces son recogidas por los caminantes.