La urbe francesa de Niza (sur) fue declarada ayer Patrimonio de la Humanidad por la Unesco como “ciudad de vacaciones de invierno de la Riviera” por su patrimonio arquitectónico, paisajístico y urbanístico, formado por 200 años de historia cosmopolita a partir de finales del siglo XVIII.
“La historia de Niza, a la vez enraizada y abierta, mediterránea y alpina, europea y cosmopolita, ha producido una arquitectura y un paisaje únicos, un modelo para muchas otras ciudades del mundo”, se congratuló el alcalde Christian Estrosi.
Momias Chinchorro
El asentamiento y momificación artificial de la cultura Chinchorro está en la región de Arica y Parinacota. Allí se encontraron a principios del siglo XX estas momias hechas artificialmente y que datan de más de 5000 años antes de Cristo, unos dos mil años más antiguas que las de Egipto. Hasta el momento se han encontrado unas 300 momias en diferente estado de integridad. Desde 1994, han sido clasificadas como momias rojas, momias negras, y con vendaje. La Unesco preservará tres sitios: el Museo Arqueológico de la UTA (en el caso antiguo de Arica), los faldeos del Morro de Arica, donde hallaron cementerios con momias, y un sitio en el municipio de Camarones, a unos 75 km al sur de Arica, donde se encontraron momias y también vestigios de asentamientos.
Hasta los albores del siglo XIX, Niza era un antiguo poblado del reino de Piamonte-Cerdeña, enmarcado por una colina con el castillo destruido y el río del Paillon. Los relatos de viaje del escritor escocés Tobias Smollett, la pondrán a la moda y cautivarán el interés del público inglés.
Una nueva ciudad se desarrolló hasta convertirse en una verdadera “capital de invierno” para ricos ociosos, rentistas y aristócratas, antes de 1850, donde se acondicionan parques y paseos para disfrutar del aire libre. Especies exóticas, como palmeras y naranjos, van a poblar los terrenos baldios.
Niza acoge a finales de siglo XIX, principios del XX, a unos 150 mil residentes en invierno, de todos los orígenes. Inicialmente provenientes del Reino Unido, Rusia, Alemania, y el Imperio Austro-Húngaro, luego llegan desde toda Europa, y hasta de Estados Unidos.
El resultado es un magnífico patrimonio arquitectónico aún hoy visible, con hoteles, villas y edificios destinados al alquiler.

Primigenia de la evangelización también entra
El convento y catedral de Nuestra Señora de la Asunción en Tlaxcala, hito primigenio de la evangelización y laboratorio de la sociedad colonial que dio origen al México de hoy, también ingresó a la honrosa lista.
El conjunto, edificado en 1526, fue el primero en su tipo en la naciente Nueva España, años antes de la conquista del imperio Inca. Su arquitectura sintetiza un cúmulo de influencias estilísticas y técnicas ensayadas por primera vez, da fe de “un intercambio de valores humanos considerable” y lo hace un elemento “representativo” de un periodo clave de la historia de México e Hispanoamérica, dos criterios exigidos por la Unesco.
Su construcción representa “uno de los grandes momentos de la historia universal porque transforma totalmente la visión del mundo concebida hasta entonces”, dice José de la Rosa, del Instituto Nacional de Antropología e Historia en Tlaxcala.
Pionero del arte y la arquitectura hispanoamericanas, el monumento es una de 15 edificaciones que misioneros franciscanos, domínicos y agustinos construyeron hace cinco siglos en la ladera del volcán Popocatépetl y que resultó un pilar de la colonización. Catorce de ellos figuran desde 1994 en la lista de patrimonio, por lo que incluir la catedral de Tlaxcala repara una vieja omisión.

Nuestra Señora de la Asunción “sirvió de ensayo espiritual, político, arquitectónico y estético, para empezar la expansión evangelizadora y constructiva” de la naciente Nueva España, dijo la secretaría de Cultura.
Su sincretismo y originalidad quedaron plasmados en elementos como la torre exenta (separada del templo) o su atrio abierto en contraste con aquellos cercados y defensivos de otros templos de la época. También destaca su techo artesonado de madera, de fuerte reminiscencia mudéjar, evidencia del largo dominio musulmán que marcó la historia de España y que se plasmó también en México.
El proyecto arquitectónico, su decoración, el claustro y las estancias, además de un programa pictórico que aún sobrevive, evidencian la calidad de los maestros indígenas que participaron en su construcción y en sus soluciones estéticas.
Expertos citados por la secretaría destacan también su “alto grado de autenticidad” en diseño, materiales y elementos decorativos, y que el templo conserve sus funciones originales.



