Localizado en el extremo sureste, es uno de los sitios más emblemáticos del Casco Antiguo de Panamá, y ubicación oficial de la Embajada de Francia. Eduardo Tejeira Davis, autor del libro El Casco Antiguo de Panamá, explica que estaba destinado inicialmente para construir casas reales. Sin embargo, es aquí donde se construye uno de los sitios defensivos de la ciudad, el baluarte de Chiriquí. El gran espesor de estos muros permitió que el lugar fuese utilizado como cuartel y prisión. En el siglo XVIII se construyó el edificio que actualmente se conoce como Las Bóvedas, la antigua edificación de las reales aduanas donde se albergaba el oro.
en honor a los franceses
En 1880, debido a la ubicación privilegiada de Panamá, se decidió construir un canal interocéanico con la asistencia de Ferdinand de Lesseps, que había tenido un éxito fulgurante con el Canal de Suez en Egipto.
Pero a de Lesseps y sus obreros procedentes de colonias afroantillanas les sobrevino la fiebre amarilla y la malaria. En 1889 quebró la empresa original, la Compagnie Universelle du Canal Interocéanique.
A principios de la década de 1920, el presidente Belisario Porras (1920-1924) ordenó la ampliación de la plaza de armas del baluarte de Chiriquí, y le cambió el nombre a plaza de Francia para honrar a de Lesseps, por haber sido el pionero de la construcción del Canal de Panamá.
Se escogió al arquitecto Leonardo Villanueva Meyer para diseñar lo que se conocería como la plaza de Francia, en forma circular, cerrada en semicírculo con arcos imitando el estilo neorrenacentista, explica Tejeira.
En el centro de la plaza hay un obelisco de 18 metros que termina con el gallo galo que representa para los franceses un símbolo de esperanza y fe.
En la parte posterior de la plaza hay cinco bustos en honor a los principales líderes de la construcción del Canal: Ferdinand de Lesseps, presidente de la Compañía Universal del Canal Interoceánico de Panamá; Armand Reclus y Lucien Bonaparte-Wyse, ambos ingenieros navales franceses; Léon Boyer, director de trabajos del canal francés; y por último Pedro J. Sosa, ingeniero civil y principal panameño involucrado en el engranaje del proyecto. En la parte posterior hay 10 placas de mármol de 10 pies de alto por 6 pies de ancho donde está grabada la historia del Canal de Panamá.
Destacado con el rostro en relieve, se encuentra una placa que honra al médico cubano Carlos J. Finlay en agradecimiento por haber descubierto el mosquito transmisor de la fiebre amarilla.
sus alrededores
Llaman la atención los edificios alrededor de la plaza, como el del Instituto Nacional de Cultura. Se encuentra donde antes estaba el antiguo cuartel de la plaza de Francia, demolido después para dar paso a la construcción del Palacio Legislativo y de Justicia en 1924. Lo que hoy es el Instituto Nacional de Cultura fue la Corte Suprema de Justicia en su momento y por eso dice “justicia” y “ley” en latín, explica Omar Banfield, guía de turismo.
También está el teatro Anita Villalaz. Rinde tributo a la actriz de origen colombiano (1908-1997) por su labor de impulsar las artes dramáticas en nuestro país. En 1924 fue la sala de audiencias de la Corte Suprema de Justicia, pero a partir de 1996 es un espacio de creación artística. Sin embargo, no fue hasta 1999 cuando se adecuó para hacer frente a las necesidades del mundo artístico en Panamá, con una capacidad de 250 butacas en dos niveles.
La Embajada de Francia está construida sobre las antiguas murallas de defensa que observan la entrada del Canal y las islas de la calzada de Amador. Las murallas se construyeron en 1675 con el propósito de reubicar la nueva ciudad de Panamá, en un área protegida naturalmente. Tenía artillería de bronce, de 10 pies de espesor con una altura entre 20 y 40 pies.
También se encuentra una mansión particular que pertenece a la familia Navarro-Quelquejeu. Banfield explica que el dueño original fue uno de los presidentes de Panamá, Enrique A. Jiménez, entre 1945 y 1948. Se construyó en 1923 y es de tendencia neohispánica. Coincide con la edificación del monumento a Francia, con lo que la antigua plaza de Armas –área militar que albergaba un cuartel, arsenal y prisión– adquirió un carácter representativo y monumental, explica Tejeira en su libro Panamá: El Casco Antiguo y la dinámica de sus transformaciones.
Frente al obelisco hay una estatua de Pablo Arosemena, el quinto presidente de la república de Panamá (1910-1912).
A un lado de la plaza están los calabozos utilizados por los españoles y luego los colombianos para torturar a los presos. Actualmente son sede de galerías de arte, restaurantes y oficinas relacionadas con la gestión del conjunto monumental. Allí se encuentra el antiguo edificio de las reales aduanas españolas que ahora es el afamado restaurante que lleva su nombre, Las Bóvedas.
Cuando Panamá pertenecía a la Gran Colombia este fue un cuartel de armas, y el general que lo comandaba se llamaba Esteban Huertas, relata Banfield. Entre sus inquilinos estaba Victoriano Lorenzo, que encabezó la rebelión de los cholos contra las injusticias cometidas a la población indígena, y que fue fusilado el 15 de mayo de 1903 frente a la plaza de Chiriquí. Victoriano Lorenzo es recordado como un indígena que luchó por los ideales del Partido Liberal durante la Guerra de los Mil Días y considerado el primer guerrillero del continente.
Esta plaza rinde homenaje al rol que jugaron los franceses en la construcción del Canal de Panamá. Sus estatuas están dedicadas a la memoria de 22 mil trabajadores procedentes de Francia, Martinique y Guadalupe, en su mayoría, que murieron trabajando en la construcción del Canal.
Banfield añade que está comenzando la temporada alta de turistas que llegan huyendo del frío. Sus mejores días son los fines de semana hasta marzo, el mes de los aguaceros.