Ahora que ha cumplido 30 años y es usada por medio mundo, la web enfrenta dilemas como discurso de odio, privacidad y hackeos patrocinados por Gobiernos, dijo ayer su creador, haciendo un llamado para mejorarlo por el bien de la humanidad.
Tim Berners-Lee se sumó así a la celebración de la web y recordó cómo inventó el servicio en el CERN (la Organización Europea para Investigaciones Nucleares) comenzando con una propuesta publicada el 12 de marzo de 1989.
Allanó el camino para una revolución tecnológica que ha transformado la manera como la gente hace compras, comparte ideas, se informa y mucho más.
También se convirtió en un gran almacén de data personal para los titanes de tecnología, en un medio por donde los Gobiernos espían a sus rivales y tratan de socavar elecciones, y en una vitrina donde ha florecido el discurso de odio, alejando a la red de sus metas iniciales como espacio donde las personas orientadas al progreso puedan colaborar.
Hasta fines de 2018, la mitad del mundo estaba en línea, y la otra mitad tenía problemas para accesar.
En la conferencia “Web@30” en el CERN, a la que asistieron expertos de tecnología e internet, Berners-Lee reconoció que la web “no es precisamente la que queríamos”.
Su Fundación World Wide Web quiere agrupar a gobiernos, empresas y ciudadanos para que tengan un papel más destacado en moldear la red conforme los principios establecidos en su “Contrato por la web”.
En esta declaración, se pide a los gobiernos que se aseguren de que todos puedan conectarse a internet, que lo mantengan disponible y que respeten la privacidad. Las empresas deben hacer que internet sea costeable, respetar la privacidad y desarrollar tecnologías que tengan como prioridad a la gente y el bienestar público. Y los ciudadanos deben de crear y cooperar y respetar el diálogo civil, entre otras cosas.
No queda claro, sin embargo, como se aplicarían estas regulaciones.
Berners-Lee advirtió que era importante hallar un balance entre la supervisión y las libertades pero dijo que sería difícil llegar a un acuerdo sobre una norma.
A Berners-Lee, quien ahora tiene 63 años, se le ocurrió la idea del protocolo de transferencia de hipertexto -las iniciales “http” que preceden las direcciones web- de joven, cuando trabajaba como ingeniero de software para el CERN.
El sistema “http” permite que textos e imágenes sean recuperados a través de un software -el primer navegador- que Berners-Lee lanzó en 1990 y es considerado el inicio de la web. En la práctica, el acceso a un navegador en una computadora casera hizo que internet fuera fácilmente accesible a los usuarios por primera vez.
“La filosofía de la Fundación para la Web es poder tener un control completo de sus datos. No son petróleo, no son una materia prima, no son una sustancia”, declaró Berners-Lee.
“No debería ser posible venderlos por dinero. El control y el acceso a los datos es un derecho”, aseguró.
Sin embargo reconoció que era difícil imponer una reglamentación estricta en todos los casos. “A veces se necesita una legislación que prevea que los datos personales, igual que los datos genéticos, no se utilicen nunca”, dijo.
Berners-Lee advirtió en particular de un “futuro posible” en el que los navegadores guarden el rastro de toda las compras de un usuario o de sus datos bancarios. “Entonces su navegador sabría más de usted que Amazon”, indicó.