Las danzas del Corpus Christi en Panamá, una fiesta folclórica religiosa y pagana de la época colonial, en la que se representa la lucha entre las fuerzas del bien y del mal, fue admitida ayer martes como patrimonio inmaterial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
“Estamos muy contentos, porque tiene un valor tremendo para el logro de la diversidad cultural del país”, dijo Emma Gómez, coordinadora general de Patrimonio Cultural Inmaterial del Ministerio de Cultura.
“Esta es la candidatura con más variación geográfica y más variación cultural” que ha impulsado Panamá ante la Unesco, acotó.
El espectáculo reconocido por la Unesco está basado en una treintena de danzas, en las que se combinan elementos de la liturgia católica con bailes, cuyos participantes llevan máscaras diabólicas y coloridas vestimentas.
“Esta es una fiesta de carácter religioso y pagana a la vez, profundamente arraigada en nuestro país” y quienes la practican “son portadores del patrimonio y el tesoro vivo de Panamá”, afirmó el ministro de Cultura, Carlos Aguilar, en un video promocional previo a la distinción de la Unesco.
El istmo Y sus cinco patrimonios
Panamá tiene cinco bienes declarados Patrimonio Mundial por la Unesco. Dos son de carácter cultural: las fortificaciones de la costa caribeña de Panamá: Portobelo y San Lorenzo (1980), que también fueron declarados ‘en peligro’; y el sitio arqueológico de Panamá Viejo y el distrito histórico de Panamá (1997-2003). Y tres son bienes de carácter natural: el parque nacional de Darién (1981); las reservas de la Cordillera de Talamanca–La Amistad (1983-1990)/ parque nacional La Amistad; y el parque nacional de Coiba y su zona especial de protección marina (2005).
La festividad se desarrolla 62 días después del Jueves Santo en más de una docena de localidades, principalmente en La Villa de Los Santos, provincia de Los Santos; y en Parita, provincia de Herrera.
“Lo que se representa en una buena parte de las danzas es el enfrentamiento entre el bien y el mal”, explicó Gómez.
En cada lugar las danzas son diferentes, pero en la representación principal los diablos se reparten el mundo y las almas, pero cuando van a contar se dan cuenta que de 100 almas les falta una, por lo que corren a buscarla por el pueblo.
Al final, los diablos buscan esa alma perdida en la iglesia, pero terminan rindiéndose y sucumbiendo ante el bien, representado por el cuerpo de Cristo en la Eucaristía, y terminan quitándose las máscaras.
En otra, el arcángel Gabriel lucha contra el demonio. Además, hay danzas festivas y burlescas, con pequeños diálogos e improvisaciones con mensajes picarescos o de crítica.
Los danzantes utilizan prendas de colores vistosos, cintas, cascabeles y llamativas máscaras, hechas unas de barro y otras de cartón y papel de aluminio, yuca y harina, en representación del diablo o de distintos animales y personajes.
Los bailes van acompañados del sonido del tamborito, acordeón, castañuelas, violines, pitos y cascabeles.


