Edson Santos extiende un pedazo de cartón, su cama, en la escalinata de una iglesia en el centro de Río de Janeiro. Pese a vivir en la calle desde 2015, afirma que ha recobrado la esperanza de una vida mejor gracias al canto. Al igual que decenas de personas sin techo en Río de Janeiro, Edson integra el coro Una Sola Voz (With One Voice), un proyecto creado por la oenegé inglesa Streetwise Opera para los Juegos Olímpicos de Río-2016, que fue ampliado debido su impacto positivo en la vida de los más vulnerables.
Al subir al escenario “mi corazón se acelera. Saco todo lo que tengo dentro de mí, es un desahogo, un sentimiento de victoria, de grandeza, de orgullo”, cuenta Edson, quien abandonó su hogar tras el asesinato de su hijo más joven y pasó un tiempo durmiendo en un taxi abandonado.
Frecuenta hace dos años los ensayos del coro. “Me permitió volver a los estudios y ahora mi vida está mejorando, quiero graduarme de la secundaria y estudiar en la Facultad de Derecho”, explica.
Proyecto
El proyecto original With One Voice nació en Londres durante los Juegos Olímpicos de 2012 y fue replicado en Brasil a instancias del British Council, agencia británica que promueve intercambios culturales internacionales.
Al frente del proyecto brasileño está Ricardo Branco Vasconcelos, un músico de 42 años de edad al que su grupo le llama Rico.
“Es un trabajo necesario para nuestro país. Cuando pasas por la Estación Central [principal estación ferroviaria de Río] ves decenas de personas abandonadas, como si no fuesen nada. Me di cuenta de que la música puede transformarlas”, afirma durante un ensayo en el futurista Museo del Mañana, en el centro de la ciudad.
“Empecé a escuchar a las personas en la calle y me decían cuánto les gustaría tener voz. Porque a veces, aunque alguien les ofrezca comida, no se sienta a escuchar lo que tienen para decir”, añade Rico, quien se esforzó desde el principio por crear un ambiente acogedor que mantuviera a los integrantes comprometidos con el grupo.
Y su empeño dio resultado. “Es como una familia, con profesores maravillosos, todo el mundo se respeta. Vivir en la calle es triste, pero estar aquí nos alegra”, dice Vera Lúcia da Silva, corista de 57 años de edad.
Además de desarrollar sus habilidades artísticas, el proyecto permitió que sus integrantes conocieran por primera vez puntos emblemáticos de la ciudad, como el Teatro Municipal, el Cristo Redentor o el Fuerte de Copacabana, donde el coro ha hecho algunas de sus presentaciones.
Una de sus últimas actuaciones fue a pocos metros del mar, en un evento comunitario celebrado en un parque del acomodado barrio de Arpoador, entre Ipanema y Copacabana.

