Arrancar una sonrisa a sus vecinos para que olvidaran los sinsabores de la guerra era el propósito inicial del artista sirio Muafak Majul, que sin proponérselo ha entrado en el Libro Guinness de los Récords con un mural de dimensiones mastodónticas.
Con 720 metros cuadrados, la obra, que adorna la pared exterior del recinto de la escuela Basem Hamsho en Damasco, se ha convertido en el mayor mural del mundo elaborado con materiales reciclados.
Sin embargo, lejos de la mente de Majul estaba batir cualquier marca cuando concibió este proyecto allá por agosto de 2013. “Queríamos hacer sonreír a la gente, especialmente a los niños, y que por un momento dejaran de lado las dificultades del día a día y los problemas cotidianos”, explica este pintor, de 56 años, en una conversación telefónica.
Junto a él trabajaron durante medio año otros seis artistas sirios y dos ayudantes, que echaron mano de todo lo que encontraron para crear el mural, que quedó terminado en enero pasado.
Tazas, latas, tenedores, trozos de azulejos y muchas cosas más que hallaron en sus casas fueron empleadas para construir esta obra, aunque los artistas también contaron con la colaboración de vecinos, familiares e incluso de estudiantes.
El mural se ubica “en un lugar estratégico por donde pasa mucha gente”, destaca Majul. Está en el corazón de Damasco, en el barrio de Al Meze, y junto a la carretera que cruza la capital en diagonal, donde en ocasiones cae algún proyectil de mortero.
