En sus 20 años gestionando proyectos de salud, la ingeniera peruana Milka Dinev ha percibido que en la región de Latinoamérica y el Caribe urge el fortalecimiento de una educación sexual integral, que le permita a los jóvenes tomar decisiones cruciales sobre su sexualidad y salud.
Esto lo ha podido palpar a través de su labor como asesora regional del Foro Latinoamericano y del Caribe de la Coalición para el Aseguramiento de Insumos de Salud Reproductiva, la red más grande del mundo de organizaciones dedicadas a la salud sexual y reproductiva.
Para Dinev, la educación sexual integral es una herramienta trascendental para frenar el embarazo precoz en la región, particularmente si se toma en cuenta que “América Latina y el Caribe es la región del mundo con la mayor concentración de nacimientos en adolescentes” (Ver tabla).
Cerca del 16.5% del total de nacimientos que ocurrieron entre 2010 y 2015 en América Latina y el Caribe correspondió a adolescentes con edades comprendidas entre 15 y 19 años.
Le siguióÁfrica, en segundo lugar, con el 14.1% (Ver tabla).
Dichas cifras se presentan en el “Informe de Equidad en Salud 2016, una Promesa Renovada”, documento publicado por Unicef y Tulane University en julio pasado.
DERECHO A LA SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA
En la región existen varios retos que se deben cumplir para garantizar los derechos sexuales y reproductivos, expuso Dinev.
Uno de ellos es que se necesita brindar una educación sexual integral con cobertura nacional.


“El grave problema que tenemos en la mayoría de nuestros países es que los chicos reciben muy poca educación, de muy mala calidad y absolutamente parcializada a lo que el maestro o el padre de familia le quiera transmitir. A veces tenemos a padres de familia que no han resuelto su propia sexualidad, siendo personas que realmente no pueden transmitir una educación sexual integral”, dijo.
En este sentido, Dinev afirma que la educación sexual integral cobra un rol preponderante para el desarrollo de los jóvenes, pues es “un factor indispensable en los esfuerzos de los países para reducir la tasa de embarazo adolescente. Una sociedad en que los jóvenes tengan acceso a una educación sin prejuicios, sin mitos, con maestros o padres de familia que estén bien capacitados en dar la orientación sexual, es realmente esencial” para el desarrollo.
Así mismo, Dinev recalcó que hace falta una adecuación de los servicios de salud para las necesidades de los jóvenes.
También se debe derribar la falsa creencia que lleva a pensar que en América Latina y El Caribe no hay matrimonio infantil.
“Eso es un gran mito porque tenemos una tasa enorme de matrimonio de jóvenes menores de 18, y también de niñas con edades entre 10 a 15 años”, añadió.
Como ejemplo, Dinev expuso que en Perú, en 2015, se registraron mil 800 nacimientos dados en niñas menores de 14 años, de los cuales en mil 750 casos el padre del bebé era mayor de 18 años. “Esto es matrimonio infantil. Sin embargo, existe una tremenda invisibilidad de esas niñas, porque en las encuestas ‘mujer en edad fértil’ se define como aquellas entre 15 y 49 años, pero [es una realidad que] las niñas entre 10 y 14 años también están en edad fértil”.
Y es que la unión y el matrimonio en la adolescencia son manifestaciones de la inequidad de género, reflexionó.
Lo cierto es que la prevalencia de la unión y el matrimonio adolescente en la región no ha variado desde la década de 1980.
Sin embargo, Dinev confía en que si se logra construir sociedades capaces de derribar las barreras existentes para alcanzar una educación sexual integral, muy pronto las niñas podrán dejar de jugar a ser madres para jugar solo a ser niñas.

