Muchos señores vestidos de oro dormían bajo el suelo panameño hasta que la antropóloga Julia Mayo nos asomó a este valioso patrimonio que habitó la efervescente Panamá precolombina en el yacimiento arqueológico El Caño. La magna exploración de 16 años acaba de ser editada en dos compendios llenos de investigación bajo el título El Caño: Memorias de una excavación vol I y II.
En palabras de su autora, Julia Mayo, directora de la gesta y presidenta de la Fundación El Caño, “dada su importancia, el sitio arqueológico merecía una publicación que estuviera a su altura”. El ejemplar que devela al mundo técnicas y hallazgos extraordinarios fue lanzado el pasado jueves 25 de febrero con la financiación de Senacyt.
¿Qué tanto sabemos de El Caño? ¿Puede introducirnos en ese universo subterráneo?
El sitio El Caño es uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del país. En este lugar se encuentran enterrados los restos de una necrópolis construida por los habitantes de la Jefatura de Río Grande, poco después del año 700, como lugar de entierro y para el ceremonial funerario. El lugar fue usado a lo largo de 250 años, hasta el año 1,000 d.C. aproximadamente. Nuestras investigaciones han puesto en evidencia que se enterraba a las personas en lugares específicos según el estatus que tenían y su ceremonial también estaba íntimamente relacionado. A mayor estatus mayor pompa. Los jefes y sus familiares no se iban solos. Eran enterrados con acompañantes. Para nosotros la Necrópolis de El Caño representa la culminación de un largo proceso de desarrollo que llevó a una pequeña sociedad de campesinos de la región central a convertirse en una poderosa e influyente jefatura cuya manifestación arqueológica más importante, conocida hasta el momento, es precisamente su cementerio.
¿De dónde vinieron? ¿Por qué ese lugar?
Los ancestros de las personas enterradas en El Caño vivieron en la misma región por 15,000 años. Sus ancestros vinieron del norte, cruzando las montañas chiricanas, y los ancestros de sus ancestros del noreste del continente asiático.
Si El Caño es una necrópolis, dónde estaba la ciudad
El lugar donde vivieron las personas enterradas en El Caño es hoy todavía un misterio. Una de las muchas cosas que necesitan ser investigadas.
El trabajo de su equipo ha sido publicado en prestigiosas publicaciones científicas ¿en las escuelas se enseña sobre este acervo nacional?
Por lo que he podido saber, el tiempo que se destina a la enseñanza de la historia y culturas precolombinas no guarda proporción con la importancia de este período de tiempo, teniendo en cuenta que esta parte de nuestra historia tiene un desarrollo mayor en el tiempo que la historia reciente, colonial y republicana, por lo que entiendo, debería tener un mayor peso y mayor presencia en los textos escolares. Estamos hablando de 15,000 años de historia. Sería un buen comienzo empezar a producir manuales que lo sinteticen de manera sencilla, que debería quedar en manos del Ministerio de Educación y colaboradores expertos.
Una anécdota para sumergirnos
Un día llegué a la excavación y encontré, agachados junto a un esqueleto, a Carlos Mayo (arqueólogo) y Jesús Herrerín (antropólogo físico). Se decían cosas que yo no entendía desde arriba. Ellos estaban dentro de la excavación a 4 metros del suelo. Bajé y me dijeron que habían encontrado algo que se salía de lo normal y a juzgar por sus caras aquello que estaban mirando era realmente extraño. Era el esqueleto de un varón adulto que había sido enterrado boca arriba, cuando en la mayoría de los casos las personas de El Caño eran enterradas boca abajo. Estaban viendo la cabeza de aquel esqueleto, con su boca abierta y sus grandes dientes. Me acerqué, la ví y me levanté para ver el resto del esqueleto. No había sido enterrado boca arriba. Había sido enterrado boca abajo. El resto del esqueleto estaba en prono y su cabeza estaba boca arriba. ¿Cómo podía ser? pregunte a Herrerín. Me dijo que la única explicación es que la cabeza hubiese sido cortada primero y enterrada junto al cuerpo a continuación. Efectivamente, estábamos viendo a un hombre que había sido decapitado, después había sido enterrado, tras lo cual colocaron una cabeza junto a su cuello. Y es que la dinámica funeraria y ritual de estos pueblos es muy compleja y a veces nos encontramos con cosas realmente increíbles, pero ahí están para ser estudiadas y explicadas. Ese es el tipo de reto al que nos enfrentamos a diario. No hay espacio para el aburrimiento.
¿Existe un sexto sentido en los arqueólogos que les dice que es aquí? o es la tecnología
Por supuesto usamos métodos para encontrar yacimientos arqueológicos, pero siempre digo que es muy importante tener imaginación. Pareciera ser contradictorio a la ciencia pero se necesita imaginación para construir hipótesis. También ayuda tener visión periférica (la mía es muy buena), aunque para muchas cosas (si necesitas prestar atención a algo muy pequeño) es bueno tener visión central (en eso no soy tan buena). Como es imposible que una persona tenga todas las habilidades que se necesitan en arqueología, lo mejor es crear un grupo de investigación y construir entre todos al arqueólogo perfecto.
El momento más emotivo de estos 16 años
Que se te acerque un niño para decirte que de mayor quiere ser arqueólogo, o cuando te dan las gracias por lo que haces. Eso le alegra el día a cualquiera.
¿Qué tan delimitado por políticas gubernamentales está el sitio?
El Caño todavía hoy es propiedad privada. Hará unos años que nos acercamos a la alcaldía de Natá para hablarles de la importancia del sitio y nuestras limitaciones para conseguir fondos para reparar el museo y preparar una exposición. El consejo aprobó declararlo sitio de interés histórico. Gracias a eso pudimos finalmente meterle mano al museo para arreglarlo.
¿Cómo desarrollar El Caño y sus tesoros como un nuevo destino del turismo?
Sería fabuloso tener en El Caño un museo donde poder exponerlo todo, tanto materiales, como todo aquel conocimiento acumulado a lo largo de este tiempo. Un lugar que sirva como escaparate de lo que somos, como cultura y como gestores de nuestro patrimonio. Un espacio para compartir, debatir, admirarnos, aprender, sorprendernos, emocionarnos... Espero que cuando eso se haga quien esté a cargo contrate a profesionales.
Obstáculos físicos, económicos y burocráticos
Los físicos son las inundaciones estacionales (Río Grande se desborda en la estación lluviosa lo que limita a el verano la excavación); el nivel freático; y la tierra, que es muy dura. Irónicamente en verano debemos mojarla con mangueras. Los económicos van de la mano con los burocráticos. Trabajamos con dinero público. La burocracia normalmente retrasa la circulación de los fondos y nos atrasa.
¿Qué la llevó a editar ‘El Caño Memorias de Excavación’ Vol I y II?
Las memorias de excavación son un clásico de las excavaciones arqueológicas. Reúne información referente a los métodos, registro, y caracterización exhaustiva de las estructuras arqueológicas, materiales y contextos. Es muy importante porque el método y las técnicas de excavación que usamos, aún hoy en arqueología, son destructivas, a medida que se avanza en la investigación-excavación de un yacimiento arqueológico, lo vamos destruyendo sin remedio. Es nuestra obligación llevar un riguroso registro de lo que se va encontrando. La memoria es lo que queda de los vestigios arqueológicos y por ende sus depositarias y único referente documental. Además, para que los docentes tengan una herramienta para explicar y que empecemos a hacer una arqueología de calidad. Para su edición fueron examinados los registros de campo, planimetrías, fotografías y anotaciones. Se hizo una cuidadosa selección de fotografías que explican mejor el yacimiento. La obra se presenta en dos volúmenes que suman 613 páginas, con 281 fotografías y 99 láminas. Y se complementa con un desplegable que contiene la matriz de Harris del yacimiento.
¿Dónde se puede comprar el libro?
Las memorias están a la venta en la tienda online www.fundacionelcano.org/shop, en El Hombre de la Mancha, Riba Smith y en la Librería Universitaria de la Universidad de Panamá.
¿Trabajar en arqueología genera estrés?
Eludo el estrés evitando exponerme a él. Mis lugares para estar y trabajar favoritos son mi casa, el laboratorio de la Fundación El Caño en Ciudad del Saber y la excavación. En ellos paso la mayor parte de mi tiempo. Si me pongo nerviosa salgo a caminar o agarro una escoba. La uso muchas veces también para pensar.
¿Dónde viven durante el trabajo de campo?
Alquilamos una casa en Penonomé. Vivo en la ciudad de Panamá en un apartamento sencillo con una gran biblioteca. Los libros ocupan mucho más espacio que cualquier otra cosa en mi casa. Mis perros se encargan de hacer de ella un desastre.
Comenzó a explorar la tierra de El Caño hace 16 años ¿qué sigue?
Senacyt ha financiado el proyecto durante años. En un primer momento les enviamos una propuesta para determinar el grado de complejidad sociopolítica y económica de la Jefatura del Río Grande... Excavando se descubrió que el cementerio estaba dividido en al menos dos sectores, uno destinado al entierro de personas de bajo estatus y el otro al de alto estatus. En el sector de alto estatus, junto a los ocupantes principales, fueron hallados los cuerpos de otros individuos que presentan claras evidencias de haber sido sacrificados, y junto a ellos miles de artefactos como ofrenda (esmeraldas, espejos de pirita, costillas de manatí, dientes de cachalote, chocolateras, entre otros), en apariencia similares a otros de origen foráneo. Se concluyó que la Jefatura de Río Grande fue una de las sociedades más claramente estratificadas de la Región Centroamericana en época precolombina.
Ayer enviamos una nueva propuesta a Senacyt cuyo objetivo es examinar estos materiales (artefactos arqueológicos y muestras de resinas, carbones, restos de hollín) a fin de comprender los sistemas de intercambio en la región central del istmo. Clave en la comprensión de las relaciones intergrupales y en el entendimiento de los mecanismos del poder de los cacicazgos. Y tras años de experiencia consideramos que ha llegado el momento de destinar parte de nuestro tiempo al entrenamiento de una nueva generación de arqueólogos.