Máscaras para cubrir el rostro o cubículos de plástico para restaurantes. El plástico de un solo uso, al que el mundo había declarado la guerra, recobra fuerza a raíz del coronavirus.
Sin embargo, estas máscaras, guantes y otros embalajes, que son una lacra para los océanos, representan solo una pequeña parte de la industria del plástico, en crecimiento constante.
En el nuevo mundo, las mascarillas, viseras y guantes son los nuevos accesorios a la moda. Los peluqueros utilizan blusas desechables, la ONU recomienda a las compañías aéreas cubrir sus platos de comida con láminas de plástico transparente y en las residencias de ancianos se utilizan pantallas protectoras de este material.
California levantó la prohibición de utilizar bolsas de un solo uso durante dos meses y en Arabia Saudita algunos supermercados imponen a sus clientes el uso de guantes desechables.
Los industriales aprovecharon la oportunidad. En Estados Unidos, la Plastics Industry Association pidió el 20 de marzo que su actividad se considerara “esencial” en tiempos de confinamiento. “El plástico de un solo uso es una cuestión de vida o muerte” en los hospitales, escribió Tony Radoszewski, presidente de ese grupo de presión, que alabó el rol de las bolsas de un solo uso “para proteger a los empleados del supermercado y a los consumidores”.
Sin embargo, el plástico no es una protección absoluta. Para la OMS, lavarse las manos es más efectivo que usar guantes. “Para fines médicos, no hay nada mejor que el uso único. Pero quieren que creamos que es una respuesta para el consumo diario. Es un grupo de presión. Lo reutilizable no plantea un problema de salud”, insiste Raphaël Guastavi, de la Agencia Francesa de Gestión de la Energía, que ve con buenos ojos que “los representantes europeos no quieren ceder” a la presión.
Desde la pandemia se ven mascarillas y guantes en las aceras y en las playas, desde Hong Kong a Gaza.
WWF llama a la vigilancia. En 2019, ya había estimado que 600 mil toneladas de plástico estaban siendo vertidas en el Mediterráneo.
“Parecía ganada la batalla cultural contra el plástico de un solo uso. Hoy se ha abierto una brecha y tendremos que responder a ella”, dice Pierre Cannet de la WWF.
“No es fácil reciclar una mascarilla. El enfoque general de los gobiernos es ponerlas con los residuos domésticos para su incineración, lo que nos parece la mejor” opción, dice Arnaud Brunet, de la Oficina de Reciclaje Internacional, que reúne a profesionales de 70 países.
La UE tiene como objetivo que en 2025 las botellas de plástico sean fabricadas en un 25% con materiales reciclados y 30% en 2030.
“La Covid-19 no pone en duda la estrategia de avanzar hacia una economía circular y más reciclable”, dice Eric Quenet de la federación PlasticsEurope.
Anualmente se producen unos 350 millones de toneladas de plásticos en todo el mundo, principalmente en Asia (50%), América del Norte (19%) y Europa (16%), con un crecimiento moderado pero constante.
La demanda del mercado de la protección (máscaras, blusas, pantallas) aumenta, pero sigue siendo bajo en comparación con el plástico que se utiliza en los sectores automotriz o construcción.
Globalmente, por primera vez desde 2008, el sector prevé que 2020 será peor que el 2019 debido al confinamiento.