El Valle es uno de esos sitios turísticos en Panamá que la mayoría de la gente ha visitado en algún momento de la vida y que siempre vale la pena volver a visitar, especialmente cuando llega la temporada de verano.
Una buena opción para empezar es el impresionante Centro de Visitantes, apodado apropiadamente “biomuseo” por los lugareños. Muestra de manera interactiva la flora, fauna, historia y cultura de este simpático pueblo que nace en el cráter de un volcán.
“A nivel mundial solo hay dos [cráteres de volcán extinto habitados] y nosotros vivimos en uno de ellos”, afirma Carlos Mauricio Caballero, presidente fundador de la Cámara de Comercio de El Valle de Antón.
A solo 120 kilómetros de la ciudad de Panamá, El Valle, con su clima fresco y exuberante naturaleza es ideal para excursiones de montaña o, simplemente, para tirarse en una hamaca y disfrutar de la brisa.
“Ahorita, lo que se busca es que las personas no estén confinadas, entonces, aquí en El Valle, todas las actividades son al aire libre, eso permite que puedan disfrutar del aire puro, despejar su mente y quitarse la mascarilla por algunos momentos”, afirma Caballero.
Si se busca la aventura, en las afueras del pueblo está Canopy Adventures, donde tienen un circuito de ziplines para un emocionante viaje a través del dosel del bosque o recorrer el sendero para observar aves, apreciar el impresionante chorro El Macho y darse un chapuzón al final del sendero en una refrescante piscina natural.
La corona de cerros que rodea El Valle ofrece diferentes niveles de senderismo, como el ascenso al majestuoso Cerro Gaital, ascender el Cerro Cariguana o caminar la India Dormida donde se puede apreciar la gigantesca piedra pintada y disfrutar de varias caídas de agua en el camino.
La oferta hotelera es amplia, desde hostales para mochileros hasta hoteles de lujo como Los Mandarinos. En los terrenos del Hotel Campestre se puede realizar una corta caminata para ver los famosos árboles cuadrados, únicos en el mundo, o visitar el proyecto agroturístico de la “samia” y al final, meterle a la cerveza artesanal en El Valle Brewing Co, que está próximo a inaugurar.
Para ver animales está el Serpentario Maravillas Tropicales que, a su vez, funciona como un centro de rescate de vida silvestre manejado por su propietario, el biólogo Mario Urriola, cuyo principal objetivo es educar y envíar un mensaje claro: vida silvestre no es igual a mascotas. En algún momento, personas trataron de que cocodrilos, caimanes, iguanas, tortugas, serpientes, aves y mamíferos se convirtieran en mascotas, hasta que se percataron que no son aptas para cuidar ese tipo de especies. “Por ser un centro de rescate y no un zoológico, el trabajo más que todo es recuperar animales y devolverlos a la naturaleza”, explica Mario, pero en algunas ocasiones los animales llegan en tan mal estado que no se pueden devolver.
Si se busca algo más light, está el museo de Victoriano Lorenzo, la exquisita colección arqueológica del Museo Padre José Noto, el mariposario, el orquidiario, el pintoresco mercado artesanal o dar una vuelta a la fábrica de quesos artesanales KiaOra Farms.
Tanto andar provoca hambre y las opciones gastronómicas en El Valle de Antón son numerosas, desde comida criolla hasta comida checa, colombiana, española, italiana, mexicana, norteamericana, peruana, venezolana, asiática y fusiones.
“La pandemia, dentro de lo malo, ha sido buena para El Valle, porque ha revelado una capacidad de resiliencia del vallero para capear el temporal. Esa resiliencia de una comunidad que quiere echar para adelante y ofrecer su mejor cara”, comenta el asesor de la Cámara de Comercio de El Valle de Antón, Enrique De Obarrio.