Un estudio publicado en Nature Astronomy revela la existencia de una multitud de microcráteres que contienen en el fondo agua helada.
“Imagínese en la Luna, cerca de uno de sus polos: vería una miríada de pequeñas sombras que salpican la superficie; la mayoría de ellas son más pequeñas que una moneda. Cada una sería extremadamente fría, lo suficiente como para albergar hielo”, describe Paul Hayne, del departamento de astrofísica de la Universidad de Colorado, Estados Unidos.
Habría la misma temperatura allí que en los grandes cráteres: unos -160 °C. Pero son muchos más: “hay decenas de miles de millones de ellos, mientras que los más grandes son unos cientos”, detalla Hayne. De modo que la superficie total de agua en la Luna abarcaría 40 mil km2, “lo que sugiere que el agua está más extendida de lo que se creía”.
Otro estudio, publicado en Nature Astronomy, aporta la prueba química de que se trata de agua molecular.
¿De dónde viene? Se cree que de la caída de asteroides que chocaron contra la Luna hace miles de millones de años. Lo mismo que habría ocurrido con la Tierra. Las moléculas de agua expulsadas durante la caída de estos cuerpos habrían caído al fondo de estos cráteres, donde quedaron “atrapadas para siempre” por el frío, explica Francis Rocard, especialista del Centro Nacional de Estudios Espaciales.

