2021 ha sido un año horrible. El vocablo más usado en nuestro medio huele a pescado podrido: covid.
Vocablos relacionados han estado y están en el pareo de palabra del año: ómicron, bicho, cuarentena, confinamiento, positivo (de la enfermedad), pandemia, hisopado, mascarilla, vacuna, vacúnate, antivacunas, dosis, refuerzo, restricción, salvoconducto, infectados, fallecidos e incertidumbre. Se reporta el coloquialismo interiorano ‘curivirus’ (por coronavirus).
Por calle, triunfa covid, como la palabra más traída y llevada en estos 12 meses en la conversación, en la radio, en la televisión, en los diarios, en el discurso social patrio.
No pongo mi mano en el fuego, si bien se trata del resultado de mis encuestas de carne y hueso animadas en mis cuentas de redes sociales (Twitter, Instagram y Facebook) y en la de mensajería ultrainstantánea en la que wasapeo.
Covid es palabra de laboratorio, creada por la OMS en 2020, si bien su eco nos sigue abrumando y persiguiendo. Es acrónimo que describe la enfermedad que ha desencadenado la peste presente, que no sabemos cuándo se largará de nuestras vidas. ‘Co’ de corona (la forma microscópica de la sustancia), ‘vi’ de virus y la ‘d’ de ‘disease’ (enfermedad). Nació la covid-19 y hoy es covid, el covid, la covid. Elije tú, que es el símbolo de la pandemia. 19 porque fue documentada hace dos años, el 31 de diciembre de 2019, cuando se reportó su debut en Wuhan, provincia china.
¿Cuál fue la frase del año? “De la mano de Dios, me la voy a rifar”. Está emparentada con la palabra del año y su autor es la máxima autoridad nacional, el presidente Laurentino Cortizo. Como covid, surgió en 2020, no obstante su vigencia se ha mantenido.
Enigmática, esa frase demostró el ánimo del momento del gobernante, y se convirtió en un termómetro posterior para identificar sus pasos, incluso sus eventuales ausencias de la escena pública.
Rifar es participar en una rifa; es sortear; es afrontar lo desconocido; y apostar a la suerte. Sin apelar a la ciencia. Como someterse a una ruleta rusa, ante la realidad, pero sin la bala en la recámara del arma. Recorderis: el destino en los mitos de la Grecia Antigua.
A la frase presidencial, le sigue “se me olvidó la mascarilla”, de populares ansiosos, disciplinados en su autoprotección, y a la que se antecede, según la circunstancia, ¡coño!, ¡áyala!, ¡qué vaina!, un vocablo de origen quechua muy usado en este pago u otro de origen español vinculado a la náutica y a los mástiles.
En el sondeo salieron además: lávate las manos, ponte alcohol, qué-e-lo-que-e, y otras de marca nitiana: “esta rosa es linda…es la rosa roja de la esperanza de este país” y “a mí no me hicieron de leche condensada” (analogía al semen de la concepción humana).
Una asesora presidencial acuñó “pónganse contentos” (por el rostro bonito de la vacunación) ante un escándalo de vacunación ilegal, del que pueblo acertó al pronosticar que no pasaría nada de esa anunciada investigación.
De política, sobresalen las palabras impunidad, corrupción y libertad. La frase es “soy víctima de persecución política”, del expresidente Martinelli.
No son tiempos de paz. “Deberíamos hablar más de amor, salud, vida, fe, de Dios, aunque apenas se mencionan”, reflexiona mi pariente abogada Marcela de Antinori.
El autor es periodista y filólogo.


