La marea negra que desde hace más de dos meses llega a la costa noreste de Brasil redujo por el momento su intensidad, aunque se desconoce cuál puede ser la evolución en los próximos días de un fenómeno inédito, informaron las autoridades brasileñas.
Hay una “disminución real, estadística, de la cantidad de petróleo que está llegando a las playas”, dijo el jefe de Operaciones Navales de la Marina, el almirante Leonardo Puntel, en una conferencia de prensa realizada en Brasilia junto al ministro de Defensa, Fernando Azevedo e Silva.
“Como el petróleo está sumergido, no sabemos si existe todavía mucha cosa o poca cosa. No existe una manera correcta y precisa de controlar esas manchas de petróleo”, explicó el almirante Puntel, al tiempo que destacó que se trata de un tipo de desastre “inédito” en el mundo.
El presidente Jair Bolsonaro afirmó que “lo peor está por venir” y agregó que “lo que llegó hasta ahora y fue recogido es una pequeña cantidad de lo que fue derramado”.
Este desastre ya ha afectado a más de 200 playas a lo largo de más de 2 mil kilómetros del turístico nordeste brasileño.
Brasil designó el viernes pasado a un buque griego, propiedad de la empresa Delta Tanker del mismo país, como “el principal sospechoso” de la marea negra.
Delta Tankers replicó el sábado que su barco, que había cargado crudo en Venezuela, había efectuado su trayecto hasta Malasia sin registrar ninguna fuga.
La Policía Federal (PF) explicó que Interpol solicitará próximamente a Delta que “presente los documentos y pruebas que alega tener”, explicó el comisario Franco Perazzoni.
“La empresa es sospechosa”, aunque todavía “no hubo acusación formal”, declaró Perazzoni, jefe del servicio de geointeligencia de la PF, que también pidió informaciones a otros países por lo que pasó el petrolero.

El drama de la pesca
Con el fango hasta las rodillas, Valeria de Alcántara intenta cortar con un hacha las extremidades retorcidas de un manglar impregnadas de petróleo: asegura que es la única forma de salvar este ecosistema de la costa nordeste de Brasil, del que dependen numerosas familias que viven de la pesca, como la suya. “Si corto esta parte contaminada, en cuatro o cinco meses la rama se recupera porque el manglar avanza, tiene vida”, afirma, mostrando un gajo bañado en su extremo inferior por una brillante capa de crudo.
Desde el 30 de agosto, cientos de playas del exuberante litoral brasileño han recibido enormes manchas viscosas de crudo, que llegan con la marea y se depositan en la arena, en piedras y arrecifes.
El petróleo subió incluso por el río Massangana hasta el manglar, un tipo de bioma tropical que se encuentra en la desembocadura de los ríos, donde se mezclan el agua dulce y la salada.
Al igual que los arrecifes de coral, los manglares son sistemas ecológicos muy frágiles, donde se reproducen y dan sus primeros pasos numerosas especies de mariscos y peces que luego continúan su vida en otras aguas, sosteniendo la pesca.
Unos 10 días después de la marea negra, Valeria sigue angustiada, porque muchas raíces y partes del sedimento orgánico donde se alimentan los cangrejos permanecen contaminadas.
En sus 37 años de vida, nunca vio algo así.

