La situación que atraviesa Panamá debido al nuevo coronavirus es una oportunidad para repensar la ciudad en la que queremos vivir, al quedar en evidencia la necesidad de atender sus falencias de forma y fondo, según planteó un grupo de especialistas en el reciente foro virtual “¿Y si nos reconectamos con la ciudad?”.
Por ello, la llamada “nueva normalidad” en la ciudad de Panamá es un escenario que se puede aprovechar para proponer un proyecto de ciudad más inclusivo y resiliente, en el que impere la convivencia entre la naturaleza y el desarrollo urbano, apuntaron.
El arquitecto y urbanista Manuel Trute compartió una interrogante: ¿Un virus nos impuso modificar la ciudad o nos dio la oportunidad de reflexionar sobre lo que las ciudades dejaron de hacer? Trute se refiere, por ejemplo, al deficiente diseño urbano de la ciudad o a la tardía migración tecnológica de los empleos y servicios.
“Esta época de pandemia desnudó las desigualdades existentes en la población que son evidenciadas por la inseguridad alimentaria, el acceso poco o nulo a los servicios básicos, la exposición a un ambiente urbano de mala calidad y la vulnerabilidad a la que se ve expuesta la población de escasos recursos”, agregó.

Tenemos ahora la oportunidad, prosiguió Trute, para progresar hacia una agenda urbana post pandemia que ofrezca una metrópoli más resiliente y con un diseño de un ordenamiento territorial en función de una ciudad más humana. O, de lo contrario, mantener el actual modelo.
Por su parte, el arquitecto José Isturaín se enfocó en que el espacio público existente en la ciudad no es el apropiado para realizar diversas actividades al aire libre y guardar el distanciamiento social recomendado por las autoridades durante esta etapa de la pandemia.
El especialista ilustró con una vía como la Calle 50, en la que el peatón se encuentra con una serie de obstáculos para transitar por las aceras que, a su vez, degradan el potencial de integración del desarrollo urbano con la vegetación presente en la zona.
Es necesario recuperar el sentido de barrio y comunidad que se logró a través de diversos procesos llevados a cabo recientemente por las alcaldías de las ciudades como Madrid y Barcelona, en España; o París, Francia; añadió Isturaín.
En el caso de Panamá, el desarrollo puesto en marcha desde hace más de 400 años hizo que eventualmente la capital se convirtiera en una ciudad de intramuros, acotó Raisa Banfield, arquitecta y ex vicealcaldesa capitalina.
El proceso de desconexión de la ciudad comenzó, narró Banfield, cuando se desarrolló una ciudad con altas densidades, que concentra a las personas en confinamientos de alto costo, con poca conectividad, y dependientes del uso del automóvil para transitar de un punto a otro de la urbe panameña.
Esta realidad se traduce en una infraestructura gris priorizada sobre los ecosistemas, dando como resultado la pérdida de manglares, bosques y de hábitats.
Por tanto, adecuar el modelo de desarrollo urbano es imprescindible. “La inclusión de la naturaleza genera ciudades sostenibles”, resumió Banfield.
El conversatorio digital fue organizado por el Centro para la Integración de la Naturaleza y las Ciudades.
