La Habana, el ‘Disneylandia’ de los fotógrafos



Si La Habana es un imán para millones de turistas por la música y las calles, los carros y edificios suspendidos en el tiempo, para un fotógrafo es Disneylandia: el único lugar del mundo donde la hora dorada dura 24 horas y donde sea que dirijas la mirada, puedes encontrar la foto de tu vida. La ciudad más instagrameable del universo. Un parque de diversiones.

Me lo había avisado una prima cuando le pregunté porqué estaba tan enamorada de la capital de Cuba: “Vaya, póngase las zapatillas y patée las calles, ¡vas a ver porqué y te vas a volver loquito tomando fotos!”. Así que cuando en noviembre de 2022 vi una oferta de viaje, le dije a amigos y compré pasajes para ese mismo mes.

La Habana, el ‘Disneylandia’ de los fotógrafos
Los autos clásicos son un colorido espectáculo.

Antes de salir, seleccioné con cuidado el equipo que iba a empacar como para no llamar tanto la atención -error: es muy seguro y puedes llevar el lente más grande que tengas- y, a la vez, poder registrar todo: cámara, arnés fotográfico, dos lentes y el flash. En la maleta, algo de ropa, ibuprofeno y una bomba de agua eléctrica para la mamá de la amiga de un amigo.

La Habana, el ‘Disneylandia’ de los fotógrafos
El cubano lleva la música en la sangre.

Ni bien llegué, entendí porqué La Habana Vieja es descrita por fotógrafos como el mejor lugar para fotografiar y mi prima estaba tan enamorada: puedes capturar las imágenes de tu vida desde el amanecer hasta el atardecer, con una luz que por momentos vuelve las tomas dramáticas y, enseguida, de ensueño.

En tres días hice más de 1,300 fotos, caminé más kilómetros que los que recorro en un año en la ciudad de Panamá y fui feliz. Aquí comparto el viaje y los motivos por los que La Habana Vieja es Disneylandia para un fotógrafo como yo.

La Habana, el ‘Disneylandia’ de los fotógrafos
La música es parte de la esencia de esta ciudad.

Primer día: imágenes de otro tiempo

Desde el aire, Cuba es una explosión de verdes bordeados por la intensidad turquesa del mar Caribe. Ni bien aterrizas, es un festival de sonidos y visiones de otro tiempo, que comienza con el pum-pum gutural del Lada que te espera en el aeropuerto para llevarte a la capital del mojito y los timbales.

La Habana, el ‘Disneylandia’ de los fotógrafos
Aquí nadie pierde la calma. Tranque vehicular no hay.

“Espero que les guste, esa es la que hay”, nos dijo el conductor que esperaba mientras encendía un cigarrillo y abría el baúl del viejo Lada Riva blanco, repleto de cervezas. Me senté del lado de la ventanilla, una lata en una mano y la cámara en la otra, la cabeza afuera cual perro de caza. Un perro angurriento y anonadado por el cielo más azul del planeta.

La Habana, el ‘Disneylandia’ de los fotógrafos
La vida cotidiana de Cuba está llena de magia.

En 20 minutos llegamos a nuestro hospedaje, un apartamento antiguo de La Habana Vieja que en Cuba no es antiguo sino como todos los apartamentos, edificios y casas que hay en la ciudad. Desde el balcón, la vista también era como de una escena salida de una película de época en tiempos de posguerra: un edificio a punto de caer al lado de otro reconstruido, un hombre arrastrando una carretilla de verduras y otro sonando un violín desde la esquina, nuestro conductor apoyado en su Lada a la espera de que termináramos de instalarnos para llevarnos a comer. El glamour clásico, la decadencia y la creatividad.

La Habana, el ‘Disneylandia’ de los fotógrafos
Todo fresco, directo de la tierra.

Ese aire también permea La Guarida, un restaurante que fue un “paladar” -casas de familia que cocinan para quien llegue a precios cubanos- y ahora es un emblema de la cocina cubana.

La Habana, el ‘Disneylandia’ de los fotógrafos
La luz es el pincel, lo que dicta el nivel de drama en la imagen.

Aunque tiene méritos para ser famoso –el edificio de principios del siglo XX, una frase de Fidel Castro tallada en la pared-, saltó al estrellato porque aquí filmaron parte de la primera película cubana nominada a un Oscar: Fresa y Chocolate. Comimos “pork belly”, un plato que en la isla venden como oro, pero sabe a jamonilla o carne enlatada. Tomamos ron. Mucho ron y de muchos tipos, cada uno más añejo que el anterior. El atardecer nos envolvió en el balcón, como un manto saturado de naranjas al son de melodías melancólicas.

La Habana, el ‘Disneylandia’ de los fotógrafos
La ciudad bañada por el sol.

La isla es distinta de cualquier otra del Caribe por todo esto, pero más que nada por su historia de resistencia a Estados Unidos. Parte obligada de ese itinerario serán el museo y la plaza de la Revolución. Pero eso no me interesaba, sí otros rituales del pasado: la ceremonia del Cañonazo en la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, lo último que vimos la noche del primer día.

Segundo día: esa luz

Para un fotógrafo hay tres cosas imprescindibles para una buena foto: observar, estar listo para el momento y la luz. La luz es el pincel, lo que dicta el nivel de drama en la imagen y si algo sobra en las calles de La Habana, es drama. Al amanecer, el sol dispersa los colores fríos como el azul, dejando los naranjas y rojos iluminar la escena de manera cálida. Esa “hora dorada”, codiciada por fotógrafos, parece durar todo el día durante el otoño cubano.

Así que la primera mañana en la isla, los fotógrafos obviamos la resaca y, a las 7 a.m., salimos a retratar a los pescadores en el malecón, frente al canal de entrada a la bahía de La Habana, salpicada de barquitos de colores con el faro del Castillo de Los Tres Reyes del Morro en el fondo. Un trompetista ensaya en el parque Luz Caballero mientras los rayos del sol delinean su afro. La luz ama a Cuba y yo amo la luz.

La Habana, el ‘Disneylandia’ de los fotógrafos
"Yo soy bueno y como bueno... Moriré de cara al sol".

En el malecón, la costanera donde las olas rompen con la fuerza del llanto de un bebé, encontramos una pareja de ciclistas y unos pescadores que, a contraluz, parecían siluetas sombreadas.

Luego seguimos por el Paseo del Prado, una de las avenidas principales de la ciudad repletas de árboles que tapan el cielo. A esa hora -cerca de las nueve de la mañana- la luz acentúa las sombras entre los repliegues de la arquitectura urbana, dando un efecto de contraste rotundo que define mejer las formas: un manto negro en los bordes de hoteles históricos y el monumental Capitolio Nacional.

La Habana, el ‘Disneylandia’ de los fotógrafos
"Guantanamera... Guajira Guantanamera... Guantanameeeraaa..."

El sol asomado entre las tiras de nubes sobre el cielo azul, hace brillar más los convertibles clásicos que pasean por la avenida. “Esto es como una Disneylandia para fotógrafos”, me dijo mi amigo Franco, mientras mirábamos anonadados la imponente arquitectura, las luces y sombras bailando a nuestro alrededor.

La Habana, el ‘Disneylandia’ de los fotógrafos
Caminar por La Habana es exponerse a cosas maravillosas.

Durante todo el día nos acompañó esa sensación de éxtasis. Hicimos las cosas que hay que hacer en cualquier viaje a La Habana -desayunar típico, tomar una siesta, mirar sin parar, caminar hasta que los pies duelan-, también experimentamos la escasez -no encontré algunas cosas básicas-, pero no dejamos de ser como niños en la casa de chocolate de Hansel y Gretel. Embobados por la maravilla.

La Habana, el ‘Disneylandia’ de los fotógrafos
No dejamos de ser como niños. Embobados por la maravilla.

Quería hacer tiempo para una misión, que más que misión era obsesión: replicar en una foto la imagen que colgaba del apartamento donde nos alojamos. Se trata de una pintura donde un carro antiguo avanza en un callejón, a la par de personas. Un día cualquiera en Cuba. Un fotógrafo cubano amigo me acompañó, caminó conmigo entre la gente a la que saludaba como si la conociera de toda la vida, aunque nunca la había visto, me mostró rincones siempre por fuera de las guías turísticas, me contagió la jovialidad y alegría caribe. No conseguí una réplica exacta de la pintura, pero conocí la ciudad, sus gentes y acumulé anécdotas que no voy a contar aquí.

La Habana, el ‘Disneylandia’ de los fotógrafos
Aquí el tiempo se detuvo.

En el atardecer, bajo una luz cálida, aprendimos a prender y fumar habanos como lo hace un buen cubano. Una ciencia que sólo ellos conocen. El día terminó en completa oscuridad, porque en la isla no sólo faltan medicinas y alimentos, también energía en las zonas no turísticas.

La Habana, el ‘Disneylandia’ de los fotógrafos
Fumando espero...

Tercer día: la nostalgia y el fotógrafo de calle

Otra vez nos levantamos al amanecer, con un plan distinto: ir a la ciudad donde la gente se mueve y vive, la de las oficinas públicas y escuelas, para un photowalk guiado por un fotógrafo cubano de la Cuba inexplorada por los pocos turistas que vimos en el viaje.

El fotógrafo cubano tiene un nombre, pero acá le diremos El Intrépido: un hombre con la rapidez de una liebre y el ojo de un águila. El Intrépido tiene incorporada la distancia de enfoque de manera preestablecida: siempre a dos metros de la escena que quiere captar, con un lente fijo de 50 milímetros. Así, no pierde el tiempo con enfocar y logra fotos espontáneas. “Lo importante es lograr la foto, ese momento único”, es el lema de El Intrépido.

La Habana, el ‘Disneylandia’ de los fotógrafos
La Habana todavía conserva su encanto.

Por momentos, la ciudad parece cualquier calle de Colón, nuestro rincón con historia glamorosa y presente decadente del Caribe: imágenes de cualquier ciudad tras ser destruida por una explosión o un terremoto. Enseguida aparece otra cosa, el contraste que se abre con el psicodélico Callejón de Hamel.

La Habana, el ‘Disneylandia’ de los fotógrafos
La Habana es también sorpresa.

La Habana es también sorpresa. Y, donde sea que vayas, arte iluminada por esa luz que hace que cualquier persona parezca puesta ahí a propósito para ser filmada para una película.

La Habana, el ‘Disneylandia’ de los fotógrafos
Escenas similares a las que uno encuentra en la ciudad de Colón.

Seguimos hacia el Barrio Chino, con esas ganas de verlo todo, aunque no quede nada de tiempo para registrarlo. La nostalgia que acompaña cualquier paseo en este monumento a la nostalgia que es La Habana, ahora se intensificaba por la certeza de la despedida.

Al caer el sol, nos apuramos con mi esposa para una sesión fotográfica sobre ruedas, estilo Jaqueline Kennedy, en un convertible rojo pastilla. Cuba puede ser un museo viviente cayéndose a pedazos mientras el pueblo trata en lo posible de no morirse de hambre. Para mí, siempre será Disneylandia.

La Habana, el ‘Disneylandia’ de los fotógrafos
El fotógrafo Alexander Arosemena recorrió La Habana y la fotografió para contarlo.



LAS MÁS LEÍDAS